Columnas

Marcha por el agua y el futuro

Científicos de la Universidad Rafael Landívar que investigan los ciclos de la naturaleza (IARNA), indican que el agua es de las fuentes de vida más abundantes del planeta, pero la disponible para el consumo humano no llega al 1% del total. El futuro encuentra su límite ahí donde el agua se termina; sin ella no hay vida.

En Guatemala, las actividades económicas son las mayores usuarias (un 80% aproximado); más intensivamente la agricultura (caña, palma africana y otros) que, según la Asamblea Social y Popular, está exponiendo al riesgo de convertir en desierto unos 20 mil km. cuadrados (18.5% del territorio nacional). Le sigue la industria (hidroeléctrica, minera y otras), hasta llegar al consumo humano (alrededor del 2%).

La contaminación de ríos y corrientes subterráneas, así como de otros cuerpos de agua, es altísima: casi llega al 100%  y es causa de enfermedades que amenazan con frecuencia la salud. La situación es grave y afecta a todos.

Hay combinaciones desastrosas. La variabilidad climática (a veces llueve, en ocasiones mucho, poco o nada) y la intervención humana (prácticas instrumentales de corte económico y descontroles públicos, cuando no corruptelas), son el condimento perfecto para conducir al país a lo peor, que sería una crisis hídrica; en otras palabras, escasez extrema o sequía.

La raíz del problema es el modelo económico; la manera como funciona da mucho a pocos, le quita a la mayoría y destruye ecosistemas.  El agua es cada vez un negocio más grande; véase, por ejemplo, el agua embotellada. Esto produce graves injusticias. No todas las personas tenemos acceso al agua, pues la apropiación privada está generando exclusión. Son frecuentes las noticias de protestas sociales por su carencia o contaminación.

Debe decirse, además, que los intereses económicos particulares son el origen de la actual institucionalidad estatal frágil, sin capacidad de corrección de la situación. No operan. Y cuando lo hacen, solo es persiguiendo, capturando y encarcelando a las personas de las organizaciones y comunidades que protestan por prácticas contaminantes y depredadoras de empresas. En los conflictos socioambientales del país, hay disputa de lo que la naturaleza provee; allí está presente la demanda del agua y las consecuencias que sus fuentes pueden sufrir.

Por eso la “Marcha por el agua, la madre Tierra, el territorio y la vida” empezó el lunes 11 de abril en Tecún Umán, San Marcos, caminando por el sur; por el occidente, desde La Mesilla, La Democracia, Huehuetenango. Del Norte vienen desde Purulhá, Baja Verapaz. Llegarán todas a la ciudad capital este 22 de abril, donde instalarán el Tribunal de los Pueblos de Iximulew.

La Marcha por el  agua es un esfuerzo autónomo de la sociedad civil en la que solo hay recursos aportados por la población (no hay dinero internacional). Después de cuatro días, no ha faltado comida, agua para beber y cobijo de las comunidades. Reafirma que la solidaridad es la ternura de los pueblos.