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La tensión Estados Unidos-Arabia Saudita

Arabia Saudita ejerció su poder  e hizo fracasar, en el último minuto, la reunión de Doha de países productores de petróleo del pasado domingo 17 de abril, que tenía como objeto lograr un acuerdo para congelar la producción de petróleo y así, contribuir a mejorar los precios del combustible.

Fue Arabia Saudita la que lanzó la ofensiva de precios bajos en 2014, como medio para controlar la creciente independencia petrolera de Estados Unidos, basada en nuevas tecnologías de alto costo.

“Los saudíes no derramarán ni una lágrima por el fracaso de Doha”, escribió Julian Lee, analista del mercado petrolero de Bloomberg. “Lo último que desea Arabia Saudita”, continuó Lee, “es que los precios suban de manera que permita que los productores de alto costo relancen sus proyectos”.

La forma en que Arabia Saudita terminó la reunión de Doha también ha llamado la atención. Contra todo cuidado diplomático, echó por la borda la compleja negociación previa y la meticulosa preparación de la agenda de los productores de petróleo.

La especialista Suzanne Maloney señala que en la decisión de Arabia Saudita están presentes sus intereses estratégicos en la región, dictados por su oposición a Irán, y en el mercado del petróleo.

Los dos puntos levantados por Maloney están en el corazón de la relación actual de Estados Unidos con Arabia Saudita. Por un lado, la reciente decisión de la Unión Europea, Naciones Unidas y Estados Unidos de levantar las sanciones a Irán, a cambio de un estricto control de su programa nuclear, disparó las alarmas en Arabia Saudita, apunta Simon Henderson en la revista Foreign Policy.

Para Arabia Saudita, según Henderson, el acuerdo abre la puerta para un Irán más influyente en la región y poderoso rival en el campo petrolero.

Por otro lado, apunta Henderson, la dependencia de Estados Unidos del petróleo saudí parece una cosa del pasado. Estados Unidos está en el camino de ser independiente en materia petrolera.

La vieja base de la relación Arabia Saudita-Estados Unidos, basada en el intercambio de petróleo por la garantía de seguridad, está rota, señala Aaron David Miller, especialista en el Medio Oriente. La percepción saudí, dice Miller, es que Estados Unidos se está retirando del Medio Oriente.

La desconfianza entre Estados Unidos y Arabia Saudita, señalan los especialistas, es grande. A esto se añaden los señalamientos en el sentido de que Arabia Saudita promueve un islamismo radical, que choca con la seguridad internacional.

Además, en fechas recientes, se ha filtrado la noticia de que el Congreso estadounidense podría emitir una ley que permitiría que miembros del gobierno saudí sean juzgados por actos terroristas.

Frente a este escenario, Arabia Saudita ha amenazado con deshacerse de los bonos del gobierno estadounidense en su poder, lo cual podría provocar una crisis financiera en el contexto de una economía mundial todavía frágil. La cancelación abrupta de Doha y esta amenaza, son parte de esa tensión entre los dos países.

El viaje de Obama a Arabia Saudita el pasado miércoles, dice Henderson, no fue para entregar el certificado de defunción de la alianza Arabia Saudita-Estados Unidos, pero sí para marcar el inicio de una era de relaciones más distantes, permeadas por la desconfianza. Pero los intereses mutuos son fuertes, es una relación demasiado importante para romperla, apunta Aaron David Miller.

 El viaje del presidente Obama a Arabia Saudita marca el inicio de una era de relaciones más distantes,  permeadas por la desconfianza.