Columnas

Amar al ejército

L a relación represión y corrupción ha sido constante en la historia de Guatemala. La guerra había sido negocio de los militares y con la paz tenían que encontrar otras vías para enriquecerse. El ahora preso general Otto Pérez Molina dijo en ocasión del llamado Día del Ejército, que las fuerzas armadas eran la institución más querida del país. El año pasado el exmandatario celebraba junto a su ministro de la Defensa, general Manuel López Ambrosio. Hoy, ambos generales y también otro exministro de Defensa, el general Ulises Anzueto, enfrentan cargos por cooptación del Estado. También está preso el exoficial kaibil Mauricio López Bonilla, exministro de Gobernación.

Las efemérides en la historia pueden ser confusiones deliberadas o casuales. El Ejército de Guatemala no fue fundado el 30 de junio de 1871. Ese día entraron triunfantes a la capital las tropas de Justo Rufino Barrios. El Ejército libertador derrotó al Ejército conservador del general Vicente Cerna y produjo un recambio de la clase dominante. El Ejército ya existía. La vieja oligarquía terrateniente, archicatólica y rentista feudal que había tenido aislado al país durante cuatro décadas fue sustituida por una nueva clase emergente que se convirtió en terrateniente cafetalera. Guatemala se integró como país exportador al mercado mundial y se realizó una reforma profunda que modernizó al país secularizándolo, construyendo infraestructura e impulsando programas educativos. Pero la estructura de exclusión y al mismo tiempo dominación opresora del campesinado indígena solo cambió de dueños: la oligarquía liberal.

De ahí que resulta un error histórico definir el 30 de junio como Día del Ejército. En realidad, es una disposición muy posterior a los años sesenta del siglo pasado. El militarismo contrainsurgente impuso oportunista y falsamente las efemérides. No era el día del ejército; sería en todo caso el día de la reforma liberal o el de Justo Rufino Barrios.

Se ha venido manejando el estudio “Cultura política de la democracia en Guatemala”, realizado por Vanderbilt University y Asíes. Según este estudio el ejército tenía en 2012 un nivel de aceptación general de 59.5 puntos. Otras instituciones que superaban los 50 puntos eran la Procuraduría de los Derechos Humanos y la Municipalidad de Guatemala. Sin embargo, se trata de un estudio muy parcial y general, además de que otras mediciones muestran un ostensible decaimiento de la popularidad del Ejército.

No cabe duda que los juicios por corrupción del general Pérez y todos su allegados militares han influido en la percepción del ejército. Agréguense los actuales juicios por delitos de lesa humanidad y las anteriores condenas de militares por los asesinatos del obispo Gerardi y de Myrna Mack, así como el caso Sepur Zarco, por esclavitud sexual y violaciones.

Guatemala vive una coyuntura de cambios. De comienzo del fin de la impunidad. El sistema corrupto es total; el ejército no es la excepción y debe ser también reformado.

No cabe duda que los juicios por corrupción del general Pérez y todos sus allegados militares han influido en la percepción del ejército.