Columnas

“Leer nos cambia la vida…”

“Los libros, sí, los libros / a mí jamás me cansan; / me enseñan mis deberes, / corrígenme mis faltas. / Me divierten, me elevan, / a las regiones altas, / y elevado me olvido / de las cosas humanas”.
El autor de estas líneas de fidelidad a los libros, Simón Bergaño y Villegas, pagó cara su vocación, que incluía la tenencia y lectura “de obras literarias, históricas y científicas”, según relata Salomón Carrillo en la reseña del proceso que, en octubre de 1808, se siguió al “poeta Villegas”, por orden del entonces capitán general del Reino de Guatemala, Antonio González Mollinedo.
Entre los libros incautados a Bergaño y Villegas, relata Carrillo Ramírez, se mencionan, entre otros, “obras de Trigonometría y Literatura, obras de Cicerón, sentencias de Filósofos, Arte y poética española, letras provinciales filosóficas, obras de Horacio…, la Araucana de Ercilla, Historia de España, obras de Religión, de Moral, La Mosquea de Villviciosa, obras de Quevedo, Virgilio, Lope de Vega, Papini…” y un largo etcétera.
Redactor de la Gazeta de Guatemala, Bergaño y Villegas resulta curioso por lo que publicaba en aquel periódico semioficial y por su exaltación “antichapetona”, pero también por lo que leía. Autodidacta y devorador de libros, se queja en líneas manuscritas en los márgenes de uno de los que le fueron incautados de “ciertos tribunales cuyo instituto es el de recoger y sepultar obras excelentes, aunque sus máximas filosóficas sean no solo santas sino también sublimes…”.
Esta temeraria denuncia del Tribunal del Santo Oficio, no solamente retrata a su autor sino también a una época, de la cual suele resaltarse el “oscurantismo”, pero de la que se pasa por alto la tenacidad de personas como Villegas, quienes iniciaron, contra viento y marea en una sociedad tan árida como la guatemalteca, el culto a los libros y a la lectura (la buena y la regular).
Casi a las puertas de la XX Feria Internacional del Libro en Centroamérica y la XIII Feria Internacional del Libro en Guatemala, debe mirarse hacia nuestra historia para valorar el significado de esta cita anual de la cultura y el pensamiento.
Leer, en Guatemala, es un derecho aún negado a más de un tercio de los habitantes; sigue siendo un privilegio. Pero la historia también enseña que este país se construyó desafiando el riesgo de leer y tener libros. Lo ocurrido a Simón Bergaño y Villegas no es una mera anécdota, accidental, en la lucha por las libertades fundamentales y la democracia.
“Leer nos cambia la vida”, es el lema de la Feria del Libro. A muchos nos la cambió, a demasiados de forma trágica. Tal el caso de un estudiante de Ingeniería que, en los años 80 del siglo pasado, fue capturado y torturado porque en un retén militar-policíaco le encontraron uno titulado “La bomba hidráulica”.
Así de oprobiosa es la sombra del pasado, pero más alta es la luz de quienes, como Bergaño y Villegas, desde su tenacidad nos animan a reunirnos en la Feria del Libro Guatemala 2016, a partir del 14 de julio.