Columnas

¿De qué poder hablamos?

El caso de Cristina Siekavizza es el retrato hablado de lo que es Guatemala, en cuanto a redes de protección a criminales, debilidad de la justicia y violencia y maltrato de los esposos hacia la mujer. Cinco años han transcurrido desde aquella noche en que el marido golpeó a la mujer hasta matarla y desapareció el cuerpo con el apoyo de una eficiente estructura de poder.

El presunto asesino Roberto Barreda escapó a México, presumiéndose que la fuga fue favorecida por la red de influencias de la madre, expresidenta de la Corte Suprema de Justicia, Beatriz Ofelia de León, y del padre, Roberto Barreda Valenzuela, quien también fungió como magistrado de una sala de apelaciones. Sobresale en este caso el encubrimiento y la colaboración de otros parientes vinculados a instituciones que forman parte de la persecución penal o que impunemente colaboraron para encubrir evidencias.

En el traslado de fondos a Roberto Barreda, desde su fuga, se denunció la negligencia de un empleado de la Superintendencia de Bancos. Se involucró a otra familiar de Barreda, empleada de una línea aérea.Una tía del principal implicado en el crimen contra Siekavizza solicitó el desembargo de las cuentas y  el desbloqueo de las tarjetas de crédito y débito del sindicado, para depositarle dinero. En su momento se denunció el apoyo a Roberto Barreda de una estructura de la Secretaría de Asuntos de Seguridad de la Presidencia, bajo el gobierno de Álvaro Colom.

Se recordará que Barreda llevaba en México una vida sosegada como gerente de una empresa, se conducía en una camioneta agrícola de lujo, tenía a sus hijos estudiando en un buen colegio y vivía en un condominio de clase media acomodada. Ni siquiera se tomó la molestia de modificar sus apariencias físicas y  hasta su nombre siguió siendo casi el mismo, de Roberto Barreda a Roberto Barreida; es decir, siguió llevando una vida normal, similar a la que llevaba en Guatemala.

La captura la hicieron las autoridades de México, sin que siquiera hubiera intervención de la Interpol, solo gracias a correos electrónicos de personas que sospecharon de la falsa identidad de Roberto Barreda. ¿Dónde está la independencia y la imparcialidad de la Interpol, que raras veces realiza una captura contra personajes de influencia política o econòmica?

Ha habido versiones que el cuerpo de Cristina pudo haber sido incinerado con la colaboración de empleados de una funeraria, en cuyo caso ni las cenizas aparecerán nunca, lo cual podría justificar el principal argumento de la defensa de Roberto Barreda, para que el caso no vaya a juicio en vista de que no existe el cuerpo del delito.

¿De qué clase de protección gozaba el hijo de dos magistrados, acusado del asesinato y la desaparición de su esposa? No es posible entender cómo una persona perseguida por la justicia internacional y que era constante noticia, encontrara un trabajo de gerente en una empresa en México y pasara inadvertido para los miembros de una junta directiva. Deberían despejarse esas dudas en un juicio oral.

Ha habido versiones que el cuerpo de Cristina pudo haber sido incinerado con la colaboración de empleados de una funeraria.