Columnas

Las decisiones del embajador

Hace años, en una de mis columnas de opinión advertí al entonces presidente Otto Pérez Molina acerca del error que cometía al inundar su gobierno de personas con ideología de izquierda, a pesar de haberse mercadeado él como un candidato de derecha. El mismo error comete ahora Jimmy Morales, cuando incluye aves raras de marcada tendencia marxista en algunos de los más importantes puestos de su gobierno, a pesar de haberse vendido ante el electorado como un candidato nacionalista, de derecha. Eso convierte a Morales, como en su momento convirtió a Pérez Molina, en un estafador político.

Comprendo que los nombramientos importantes los hace la Embajada de los Estados Unidos, estoy seguro de que se requiere de una mínima cintura diplomática para poder hacer entender al embajador Todd Robinson en el sentido de que esas designaciones debilitan de forma innecesaria la ya enclenque imagen del presidente Morales. 

Una acertada decisión del embajador Robinson fue la de cesar la persecución en contra de empresarios, reflejada en la acción de la SAT al intervenir hace una semana una empresa bananera, pero sin encarcelar a ninguno de sus personeros; acción que tuvo como consecuencia positiva un multimillonario ingreso a las arcas del Estado en impuestos y multas, pero esta vez sin la innecesaria cacería penal que fue evidente en los casos de Aceros de Guatemala y el hotel Camino Real. El embajador parece comprender que el acelerado resquebrajamiento de nuestra economía derivado del terrorismo fiscal, no le conviene a su país, porque acrecienta el torrente de guatemaltecos que migran de forma ilegal hacia los EE.UU.

No tiene sentido designar en puestos clave a personas con una marcada tendencia de izquierda, como el superintendente de la SAT, Juan Francisco Solórzano Foppa, quien vivió los primeros 15 años de su vida en Cuba, en donde recibió una sólida formación marxista que se refleja en su evidente resentimiento contra el sector productivo.

Otro ejemplo es la nueva ministra de Salud Pública, la doctora Lucrecia Hernández Mack, hija de Myrna Mack, militante del grupo terrorista EGP. Es posible que Hernández –a quien la embajada insiste en llamar “doctora Mack”– tenga la capacidad de sacar adelante el complicado ministerio a su cargo, ¿por qué imponer al presidente otro nombramiento que de inmediato llama a la confrontación, cuando hay profesionales capaces como Hernández (o debo decir Mack)?

Por último, felicito al alcalde Álvaro Arzú por su discurso en el foro de la Fundación Esquipulas la semana pasada. Fueron las suyas palabras libres de la corrección política que tanto daño le está haciendo a Guatemala.