Columnas

La incapacidad del gobierno

El gobierno actual, como lo fueron los anteriores, es incapaz de cumplir con su función primordial: velar porque se respeten los derechos individuales de los habitantes del país. Y, en caso estos sean violados, también es obligación de los gobernantes garantizarle a las víctimas de tales violaciones que serán compensadas por quien sea él o los responsables de la violación. En pocas palabras, deben asegurarse de que haya seguridad y justicia para todos aquellos que cumplan con respetar los derechos de los demás.

Es más que evidente que la dispersión de las responsabilidades de los gobernantes que promueve el Estado Benefactor y Mercantilista que impera en Guatemala, les ha facilitado a los mencionados evadir la realidad y pretender justificar su ineptitud con la excusa de que no les alcanza ¡no importa cuánto expriman ya a los tributarios! el dinero que recaudan. Una mentira descarada que les sirve de pretexto para aumentar los impuestos. Lo único que de verdad les interesa y les preocupa a quienes llegan al ejercicio del poder, independientemente del discurso político que les haya permitido lograrlo, es idear nuevas maneras de expoliar a los miembros productivos de la sociedad.

Algo de cierto tiene el nombre que eligieron para el nuevo paquetazo de tributos que nos pretenden imponer, “Ley de recuperación de la capacidad fiscal del Estado”: les interesa a ellos, a quienes creen que ejercen el poder, fortalecer sus facultades para despojar a la mayoría de la poca riqueza que han logrado crear con base en su esfuerzo personal. Poco les importa, más allá de la demagogia electorera que nunca acaba, las condiciones miserables en las que viven los considerados pobres crónicos y el hecho de que cada vez hay más personas que se empobrecen en lugar de mejorar sus ingresos reales y por ende su poder adquisitivo.

El Estado es solo una abstracción a la que recurren los politiqueros y los grupos de presión cada vez que quieren sangrar al resto. Ni es débil ni fuerte. Débiles o fuertes solo pueden ser los individuos. Y en Guatemala los débiles somos los ciudadanos que somos obligados a mantener una estructura burocrática estatal parasitaria y a los inútiles que son electos para gobernar. Lo anterior no va a cambiar, hasta que reformemos RADICALMENTE el sistema de incentivos perversos dentro del cual vivimos.

Estoy cansada, como la mayoría, de tanta farsa y embustes de los gobernantes, que además de robar ¡legalmente! lo que es legítimamente nuestro, nos insultan creyendo que nos tragamos los cuentos con los cuales intentan fregarnos más. Qué Jimmy Morales deje de orar y llorar, y se ponga a trabajar. Si no sabe hacer nada más que actuar, que regrese a los teatros con sus tragicomedias. No ha hecho nada de lo que ofreció en su campaña que valía la pena que cumpliera, como por ejemplo, acabar con la corrupción y no subir impuestos. O lo recuerda él, o alguien se lo va a recordar de una manera que podría resultar lamentable. Basta de shows. Estamos hartos.