Columnas

Pertinente reflexión

Para quienes en Guatemala abogan por establecer el referéndum revocatorio o por la supresión total del antejuicio, les pido meditar estos conceptos de Ignazio De Ferrari, politólogo peruano (Cómo destituir a un presidente, El Comercio, 04.09.16). Dice:

“Esta semana […] La destitución de Rousseff y el intento –aún frustrado– de revocar a Maduro han abierto algunas interrogantes sobre el verdadero rol del ‘impeachment’ en una democracia presidencialista y sobre la utilidad del referendo revocatorio. Estos mecanismos tienen en común el recorte del período presidencial. La diferencia radica en que el Congreso decide el ‘impeachment’ y solo puede ser iniciado ante evidencias de faltas graves –por ejemplo, corrupción o usurpación de funciones–, mientras que el referendo parte de la iniciativa ciudadana que decide con su voto si el presidente llegará o no a finalizar su mandato. No hay necesidad de demostrar faltas graves para que se realice la consulta”.

“La forma en que el chavismo ha manipulado la institución del referendo revocatorio es obvia […] cuando el presidente era aún Hugo Chávez y su popularidad era alta, el gobierno permitió la celebración del referendo, que ganó cómodamente. Esta vez, como sabe que perdería el plebiscito, ha recurrido a sus últimos resquicios de poder para evitar la consulta. […] ya no le queda nada de competitivo”.

“El ‘impeachment’ brasileño ha sido un nuevo ejemplo de una de las leyes de hierro de la política moderna: los escándalos de corrupción salen a la luz o golpean más cuando el gobierno es impopular. […] El tema de fondo es si […] en un sistema presidencialista es saludable que el período presidencial sea interrumpido a mitad del mandato y si esa decisión debe recaer en el electorado o el Parlamento. En un régimen que se desvía de la democracia liberal, parece una buena idea que los votantes puedan deshacerse de un gobierno que empieza a limitar las libertades civiles. Pero esa destitución no es tan fácil de concretar. […] En países democráticos pero con instituciones débiles e impopularidad crónica de sus gobernantes […] el referendo revocatorio puede ser un arma de doble filo. Sí, empodera a los ciudadanos a evaluar la gestión de sus gobernantes, pero no resuelve el nudo gordiano del origen de la baja popularidad. No es fácil ser un presidente popular en países con déficits y desigualdades estructurales en los que las expectativas contenidas son de larga data. […] Por otro lado, si aceptamos –como […] todas las constituciones presidencialistas […]– que ante casos de faltas graves, el presidente pueda ser destituido por el Congreso, es necesario asegurarse de que esa destitución solo se produzca ante evidencias claras de infracción. Si no, estamos frente a un parlamentarismo escondido. En los regímenes parlamentarios […], el gobierno es elegido por la mayoría legislativa y esta puede retirarle la confianza por razones políticas. De los siete presidentes destituidos por el Congreso desde el retorno de la democracia en América Latina, cinco fueron por razones políticas. Se trata, pues, de una perversión del sistema presidencialista.