Que no te cuenten…
Que no te cuenten, vívelo por ti mismo.
Que no te cuenten del triunfo; cree en ti, esfuérzate y obtenlo por ti mismo.
Que no te cuenten de la cima; alcánzala por ti mismo.
Que no te cuenten de la espuma de los mares; acaríciala tú mismo.
Que no te cuenten de los prados; recórrelos tú mismo.
Que no te cuenten del sabor y cuerpo del mejor vino; disfrútalo tú mismo.
Que no te cuenten de la lealtad del mejor amigo; experiméntala por ti mismo.
Que no te cuenten de la transparencia de los ríos cristalinos; ve y sumerge tus pies y tus manos en ellos.
Que no te cuenten que arriesgarse vale la pena; anda, sé valiente y hazlo tú.
Que no te cuenten de lo increíble de los atardeceres; detente por un momento, y de su encanto disfruta.
Que no te cuenten de los volcanes; anímate, acércate y súbelos.
Que no te cuenten de los cánticos de los pájaros al despuntar el alba; madruga y disfrútalos tú.
Que no te cuenten que del trigo sale el pan; anda, siémbralo, coséchalo y prepáralo tú.
Que no te cuenten de las mejores sinfonías; eleva tu espíritu y escúchalas tú.
Que no te cuenten la historia de un libro; ve, ábrelo y transporta tu alma.
Que no te cuenten los otros de su éxito; ármate de coraje y alcánzalo tú.
Que no te cuenten de la generosidad; abre tus manos, extiende tus brazos y verás que te enaltece y creces.
Que no te cuenten que la poesía es belleza; hazte amigo del poeta, abre sus libros y recorre sus páginas.
Que no te cuenten que el silencio habla; siéntate y escúchalo, te encontrarás en él.
Que no te cuenten de la mejor amistad de la vida; ve, abraza a tu madre, si está, y si no… levanta tus ojos al cielo.
Que no te cuenten que la vida es bella; vívela, dialoga con ella y sonríele…, verás qué increíble será la aventura.
Que no te cuenten, que no te digan… ¡Vívelo por ti mismo!