Columnas

Estados Unidos primero

En la ceremonia inaugural, al asumir como cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos de América (EE.UU.), Donald John Trump arremetió contra las élites de Washington, se postuló como el representante de los perdedores de la globalización y prometió colocar el eslogan “América primero” en el centro de sus políticas. “Los olvidados y olvidadas de nuestros país dejarán de estar olvidados. Nunca volveréis a ser ignorados”, sostuvo el novel presidente. En un discurso cargado de patrioterismo y proteccionismo, articuló con su lenguaje de frases breves y eslóganes populistas, una visión que oponía al pueblo contra las élites, y a EE.UU. contra el extranjero.

Con su discurso de toma de posesión y los primeros decretos ejecutivos, Donald Trump confirmó las peores pesadillas de los grandes medios de comunicación, de los analistas light, y de la cúpula empresarial y política que se niegan a aceptar que Trump va en serio con un proteccionismo sin precedentes. En Washington, como en Guatemala, las élites tradicionales aducen que hay incertidumbre, pues no se sabe qué esperar del nuevo presidente de EE.UU., cuando este ha sido meridianamente claro; otra cosa es que no les gusten sus propuestas. A continuación listo y comento brevemente los seis principales postulados de gobierno de Trump, en materia de relaciones internacionales.

1) Implementar planes para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o incluso retirarse del acuerdo. 2) Retirarse formalmente del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). 3) Suspender los aportes de EE.UU. a los programas de cambio climático de la ONU y redirigir ese dinero a infraestructuras de agua y medioambiente del país. 4) Condicionar la participación de EE.UU. en la OTAN a que todos los países miembros cumplan con aportar el 2% de su PIB. 5) Detener todo el financiamiento federal a las “ciudades santuarios”, donde los funcionarios locales no arrestan a los inmigrantes ilegales. 6) Suspender la inmigración de las regiones asociadas con el terrorismo, y deportar a dos millones de inmigrantes irregulares, con antecedentes de delitos violentos.

La renegociación del TLCAN afectará gravemente a Guatemala, cuyo modelo económico se subordinó a la globalización, abandonando el mercado interno y el del istmo, donde éramos el principal proveedor. La salida de EE.UU. del TPP pone en duda su viabilidad, y fortalece las estructuras del ALBA en Suramérica, dándole un respiro a Venezuela. Privar a la ONU de los aportes de EE.UU. para enfrentar el cambio climático será un gran tropiezo que, al no poderse mitigar los efectos de los fenómenos naturales, incrementará la migración, la inseguridad y la pobreza. El poder de la OTAN está en cuestión, y no podrá mantener sus planes de intervencionismo militar sin el aporte del 4% del PIB de EE.UU.

La deportación de dos millones de migrantes impactará gravemente en Centroamérica, y nuestras economías se tambalearán por la reducción de las remesas. Suponiendo que les apoyará, las conservadoras cúpulas empresarial y política de Guatemala se han envalentonado con la asunción de Trump, quien en su discurso les aclaró el panorama: “Durante demasiado tiempo, un pequeño grupo en la capital de nuestra nación ha cosechado los frutos del gobierno mientras el pueblo ha sufragado los costos. […] Porque hoy no estamos simplemente transfiriendo el poder de una administración a otra, o de un partido a otro, sino que estamos transfiriendo el poder de Washington, D.C. y devolviéndoselo a ustedes, el pueblo estadounidense”. ¿Entendieron?