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Repensar la educación física

Pocas veces nos ponemos a reflexionar sobre los efectos de la educación física en nuestro sistema educativo. Y, sin embargo, es alta su incidencia puesto que tiene que ver con la salud y la integralidad humana, con la corporalidad de individuos, con el ejercicio físico, el movimiento, el uso del tiempo libre, el entretenimiento sano, etcétera. Es mucho más importante de lo que hemos creído, o de lo que hemos dejado de creer (por esa desatención en la que hemos incurrido). A las y los profesores de educación física se les contrata por horas, por tiempos específicos y menores a los que se utilizan para otras asignaturas.

Pero, aun así, se les confiere un rol de personajes especiales por la organización de equipos, 170210 Repensar la educación físicacampeonatos y cosas por el estilo. Y terminan creyéndose tan bien el rol que olvidan, muchísimos de ellos y ellas, que también deben educar desde y hacia la integralidad. Que no se trata solo de deporte, sino de vida en general. La educación física debe entenderse como esa posibilidad de aprender a vivir saludablemente, a tener hábitos alimenticios adecuados, a movernos y practicar sanas rutinas de ejercicio y de diversión.

Pero en este tipo de educación también se encuentran otros aspectos que no deben descuidarse. Por ejemplo, el aprendizaje de valores de convivencia, que se aprende muy bien en el ámbito de la competencia con otros equipos, en la creación de climas de respeto y tolerancia a los otros. Es en esta educación donde mejor se puede aprender a respetar a los diferentes, a abandonar el sentido y concepto de “enemigo” o “contrincante”.

Es también en educación física donde se aprende vivencialmente el respeto de reglas y normas. Y qué decir del aprendizaje del respeto a la integridad de otras personas. En fin, mucho de los valores, hábitos y actitudes que se viven -o dejan de vivir- en la sociedad en general, pueden ser aprendidos en ese laboratorio de prácticas y vivencias que es la educación física.

La educación física debe entenderse como esa posibilidad de aprender a vivir saludablemente.

Y porque la educación física también debe incluir lo intelectual y lo espiritual del ser humano, debe desarrollar la comprensión crítica de la industria, el negocio y el ambiente de los deportes más mediáticos y sus consecuencias en la vida de nuestra sociedad. Los diálogos críticos sobre esta realidad también debieran ocupar el tiempo de los profesores y profesoras de educación física.

Es condenable el clima de apodos, de burlas y vergüenza por el cuerpo que ocurre frecuentemente en las clases de física. También es repudiable que no existan estrategias o alternativas para atender y apreciar a aquellos niños y niñas que quisieran ser parte de las distintas selecciones de las instituciones escolares.

Condeno la exclusión que le hacen a niños(as) que con mucha ilusión pasan días esperando que los incluyan. ¿Qué gana nuestro país con acentuar el esfuerzo deportivo en los escogidos y dejar fuera a las mayorías? ¿Ganamos competitividad? ¿No es, acaso, esa competitividad, la que nos tiene sumidos en el subdesarrollo económico, social y también deportivo?.

Es necesario que esos profesores de educación física, convertidos en unos semi-dioses, expliquen sus criterios para dejar fuera al niño que excluyen. Véanle el rostro, sientan su tristeza y talvez así comprendan que la educación física y deportiva si no es incluyente, no es educación. Es un componente más de la máquinaria de dominación, mercadeo y control econó- mico y mediático para lo que está sirviendo el deporte en el mundo entero.