Columnas

Juventud ¿Divino tesoro?

La juventud, se nos dice, es el futuro de la patria. Pero cuando ese futuro que se nos dice llega ya no se es joven, sino adulto. Lo sucedido en el Hogar Virgen de la Asunción, San José Pinula, demuestra que para la juventud guatemalteca no hay presente ni futuro. Los jóvenes están literalmente derrotados, criminalizados, sin esperanza.

En México el escritor Rafael Ramírez Heredia escribió la novela “La Mara”, cuyo contenido ilustra el cambio de las condiciones de vida de la juventud a consecuencia de los programas de ajuste estructural impulsados por el Banco Mundial en los años ochentas. El Estado condenó a los jóvenes a una vida sin perspectivas, de sobrevivencia y de migración forzada a los Estados Unidos, como única vía de escape.

Relata el libro que esas maras son los niños de hace 25 ó 30 años, expulsados de los centros educativos del Estado. Los colegios privados eran muy pocos, una docena quizás. Hoy, solo en la zona 1 de la capital de Guatemala hay no menos de mil, mientras que las escuelas e institutos públicos perdieron su calidad o fueron cerrados. Esta fue una acción premeditada, programada, analizada. La novela del escritor mexicano nos dice que la pertenencia a una mara le otorgó a muchos jóvenes desocupados, sin familia, sin documentos y provenientes de hogares dispersos por la guerra civil y la miseria una identidad.

El Barrio, la “clica”, con su forma de vida denominada “la vida loca” se transformó en una razón de ser y un lema: “Por mi madre vivo, por el Barrio muero”. En familias donde reina el desempleo, el alcoholismo y la violencia, los niños y jóvenes que no quieren o pueden permanecer en su casa tienen una sola alternativa: la calle, la desprotección y hasta el sicariato.

Ya en la calle son presa fácil de las clicas, que les ofrecen una identidad y la ilusión de pertenecer a una “familia”. La mayoría de los jóvenes acaban tarde o temprano en la cárcel. Se calcula que cerca del 70 por ciento ha cumplido, alguna vez, una condena de prisión. La mayor parte por delitos de asalto, maltrato u homicidio.La migración forzada a los Estados Unidos, la baja calidad de la educación, el desempleo y la baja inversión social del Estado crean hogares desintegrados, inestables, solitarios. ¿Qué hace el Estado? Se crea una institución cada día.

En familias donde reina el desempleo, el alcoholismo y la violencia, los niños y jóvenes que no quieren o pueden permanecer en su casa tienen una sola alternativa: la calle, la desprotección y hasta el sicariato.

Para cada tema hay una nueva sigla, pero esa burocracia es un fracaso. Las entidades no cumplen su función y están en constantes crisis, convertidas en cajas chicas, peor, si son feudos del Congreso. Sería ideal unir Conamigua con Sosep, Bienestar Social, Mides, Sesan y Conjuve para crear un ministerio de la niñez y la juventud. Hoy la juventud está sin país. El país mismo como está no es viable. Sin una profunda reforma del Estado no existe posibilidad alguna de asegurar para las nuevas generaciones un lugar digno, seguro, próspero. Tragedias como la del Hogar Virgen de la Asunción continuarán mostrándonos los males de esta sociedad fracasada: irresponsabilidad, ineptitud, corrupción, hipocresía y mediocridad.