Columnas

Diversidad

Por: Alejandro Palmieri Waelti

La diversidad es buena, sobre todo en política. Yo me considero un liberal clásico. Creo que un Estado conformado en una República con un sistema de elección democrático debe ser liberal. No se puede honestamente concebir un Estado como el descrito en donde no haya diversidad de voces y opiniones, todas ellas válidas y merecedoras de ser escuchadas.

Otra cosa, claro está, es que sean provechosas y que sean viables en un mundo de economía globalizada, por ejemplo; para nada estoy de acuerdo con las corrientes colectivistas, sean socialistas, comunistas o progresistas (por ejemplo, en España el partido Podemos dizque es “progre” cuando más bien es pura facha populista) pero no por ello se las va a proscribir. Disentir, dentro de los cánones de la Ley, es hacer Patria. En torno a las propuestas de reforma a la Constitución, en Guatemala se nos ha intentado clasificar a los que estamos en contra tal y como están planteadas las reformas como a favor de la corrupción, y a quienes están a favor como prohombres y promujeres -no se me tilde de sexista- de la patria. Ni una, ni otra.

En los primeros hay ciudadanos preocupados por no solo la forma y el origen, sino el contenido de las reformas; en los segundos hay vividores del conflicto, manifestantes profesionales y rent seekers. Así pues, ni los primeros son el demonio, ni los segundos son angelitos; es decir, hay diversidad. Me he pronunciado en contra de las propuestas de reforma no porque estén escritas con tinta roja, o algo que se le parezca, sino porque creo firmemente en la República y en el Estado de Derecho; y, contrario a lo que los apologistas de las reformas le quieran hacer creer, estas atentan contra la primera y no garantizan el segundo

. Quiero creer que fueron concebidas con buenas intenciones, pero de ellas está empedrado el camino al infierno, dice el refrán. Por ejemplo, el mecanismo propuesto en la reforma al artículo 209 es un adefesio; se “nombran” 2 jueces y un magistrado “por sorteo” por el Congreso. ¿Si es por sorteo, qué propósito sirve que sea el Congreso quien lo haga? Podría ser igualmente la CSJ o ciudadanos al azar. ¿Ven el disparate? También integran esta novedosa Dirección de la Carrera Judicial tres profesionales de distintas disciplinas. No tengo nada en contra de Ingenieros en Sistemas, Zootecnistas u Odontólogos, pero ¿qué jocotes tendrían ellos que hacer en esa Dirección del Consejo de Administración Judicial, por poner algunos ejemplos? Cierto que la Justicia es menester de todos, no solo de Abogados, pero tal como está redactada esa reforma no garantiza que esos profesionales vayan a aportar algo. Así, hay otros disparates como el relativo a la forma de elección del Fiscal General.

Hace menos de un año se reformó la Ley del MP y de ser aprobadas las reformas a la Constitución, deberá nuevamente ser reformada. Parches y chapuces. La diversidad es buena, y de ella debe salir la unidad pero dicen que si uno no está “con las reformas” se es enemigo de la justicia, ¡ve que bonito! El disenso, particularmente a reformas a la Constitución, es defender la República y el Estado de Derecho, sobre todo cuando se intenta reformar el Texto Supremo mediante presión, imposición y a la carrera. A la fuerza ni el pan es bueno. A los apologistas de las reformas que nos critican les digo, parafraseando a Bob Marley: ustedes nos critican por ser diferentes, yo los critico por ser todos iguales.

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