Columnas

Linchamientos… causas?… efectos?

Recientemente se puso de relieve en la prensa el número de linchamientos en los últimos 13 años; 2,600…

Es interesante señalar que aunque haya ido bajando el número, no puede dejar de señalarse que un sólo linchamiento es excesivo: porque no es nunca aplicar la justicia, sino un verdadero asesinato. Y nunca puede ser justificante  el que falte confianza en las autoridades públicas que no actúan debidamente o simplemente no existan en algunas zonas…

Por ello es pernicioso cuando se  habla de: los hinchadores motivados por la desesperación ante tanto crimen…. Y es muy importante aclarar a continuación que aunque algunos digan eso, un linchamiento es siempre una muestra de barbarie, un asesinato injustificable. Y esto siempre que una turba tome medidas “de hecho” sin contar o en contra del orden establecido; y aunque no acabe en asesinatos.

Recordemos que siempre hay que actuar con la cabeza –pensando…-, no con el hígado. Los linchamientos nunca son  hacer justicia: son crímenes. Ciertamente hay que exigir a las autoridades medidas claras que no den “justificaciones” –falsas- a actos como los que comentamos: fortalecer la Policía, el sistema judicial y penitenciario: fortalecer el Estado de Derecho. Cualquier otro derecho, aunque se llame consuetudinario va contra la misma noción de Derecho, que es igual para todos. Y se debe pedir a las autoridades que los responsables sean juzgados y castigados como define la ley. Y también no hacerlo rápido, es enviar el mensaje de que estas salvajadas pueden permitirse.

También debe recordarse dar el mínimo de divulgación a esos sucesos. Y al informar hay que dejar claro que son unos pobres diablos quienes hacen estos actos de barbarie, que niegan a los ciudadanos el principio fundamental de un juicio legal. Y en estos planteamientos, ser claros también en conversaciones privadas. Cuando se quiera atacar al gobierno de turno por no dar seguridad, hay que hacerlo en otro contexto, pues puede parecer que se justifican estas violencias, que verdaderamente empobrecen la sociedad: y así debe ponerse de relieve siempre. Por ejemplo, de ninguna manera puede considerarse como una justicia popular, como a veces lo llamó alguno.

Se recordaba hace un tiempo que podría hacerse como cuando en un campo deportivo el público hace desastres, aunque fuera con razones: se suspende a ese estadio un tiempo. Que cuando se hace un linchamiento, se haga un aviso público –dedicado especialmente a los turistas- recomendando no ir allí por un tiempo: los turistas se lo pensarán antes de ir;  y el mismo pueblo que se beneficia con el turismo, lo que  ayudará a que los agitadores se controlen. Y, sobre todo, se pondrá en evidencia que el país repudia esos asesinatos.

Un linchamiento es una muestra de maldad, y puede trastornar la conciencia de los que oyen o presencian esas escenas –no sólo de jóvenes y niños: de todos-, si no hay rechazo público y privado: todos debemos hacer algo para erradicarlos.