Columnas

Cada mico en su columpio

Por: Alejandro Palmieri Waelti

La convivencia es difícil.  El individualismo es el sistema operativo con el cual venimos programados.  Cualquier tendencia, filosofía o ideología que corra en sentido distinto es una construcción social, una ficción; es algo aprendido y que se escoge seguir.  En mi opinión, las filosofías e ideologías socialistas son algo que van en contra de la naturaleza humana.  No quiero decir con ello que sean una aberración necesariamente (aunque yo no las comparto) pues cada quien es libre de seguir o creer lo que le plazca, por más equivocado que esté, pero como individuos que somos desde el nacimiento, o desde la concepción como lo dice nuestra Constitución, somos individualistas y cualquier cambio de “chip” es generalmente una imposición por personas o regímenes que a puro tubo quieren hacernos a todos socialistas. Pero esa es harina de otro costal, materia para otros escritos.  El asunto que quiero comentar hoy es que vivir gregariamente es difícil.  Desde la familia, colegas de trabajo, condominio, etc. cuando se trata de que cada quien acepte y cumpla su función en un grupo, la cosa se complica.

Este problema resulta más patente en sociedad y en la actividad cívica/política.  En la forma de organización política que hemos decidido adoptar los guatemaltecos, es decir, una democracia republicana, cada organismo del Estado tiene funciones determinadas que no pueden suplir los otros.  Por ejemplo, los jueces y magistrados no pueden legislar pues esa es función de los legisladores, aunque por ejemplo la CC históricamente se ha metido a legislar “from the bench”, como se dice en inglés, y a resolver asuntos de materia ordinaria cuando su mandato es resolver exclusivamente materia constitucional.

En la sociedad también cada quien tiene una función que cumplir; la prensa tiene una función importante, pero cada vez más se aleja de ella.  Leemos, escuchamos y vemos en todos los medios acusaciones contra personas, sean funcionarios, ex funcionarios o simples ciudadanos sin más miramiento que anteponer formulismos como “presunto”.  La prensa, además, es cómplice de la violación al artículo 13 constitucional al plasmar la imagen de detenidos que ni siquiera han sido escuchados por juez competente, de esa manera vulnerado su derecho constitucional de inocencia.  ¿Cómo es posible que el derecho al libre acceso a las fuentes de información de los periodistas sea superior al de inocencia de un detenido? Esto ya ha sido tratado y señalado por periodistas profesionales de todas las tendencias y, a pesar de ello, no se ha detenido ese abuso, lamentablemente.

Muchas veces la prensa hace señalamientos infundados escudándose en fuentes anónimas, o en que la investigación formal es menester del MP.  Mientras tanto, la imagen del señalado se va al traste y si se comete un error, con suerte se publica posteriormente una pequeña nota aclaratoria.  En mi opinión, eso es abuso de poder por parte de algunos periodistas y dueños de medios de comunicación. ¡Y ni hablar de un pasquín dominical que además utiliza epítetos chuscos y denigrantes!  La libre emisión del pensamiento también tiene límites y consecuencias consagrados en la propia Constitución, Ley de Emisión del Pensamiento y Código Penal.

La vida en sociedad es difícil, y se hace más complicada aun cuando las personas o entidades se meten a querer hacer lo que no les corresponde; como bien les dijo en una oportunidad el Presidente y Alcalde Álvaro Arzú a un grupo de empresarios: “¡cada mico en su columpio!”.

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