Columnas

Obstáculos para progresar

Guatemala se ha convertido en un país lleno de obstáculos para progresar. Con tanta urgencia que tenemos de un mayor progreso en todo sentido, nuestros políticos se han encargado de frenar con infinidad de leyes y regulaciones cualquier actividad empresarial pacífica y voluntaria que de por sí podría hacerse antes libremente sin que afectara el derecho de los demás.

Recientemente, el alcalde Álvaro Arzú, en un discurso durante la inauguración de Expo Casa, tocó el tema con mucho acierto.  En un momento dado comentó que hasta ellos necesitan tramitar estudios y permisos de impacto ambiental para tapar un simple bache.  Reconoció que nos hemos pasado de trabas y obstáculos para poder hacer muchas cosas que se necesitan hacer.  A pesar de todo, su discurso es positivo y sigue luchando para seguir adelante.  Sin embargo, creo que hay que ser realistas y aunque él diga que estamos creciendo yo me pregunto ¿cuánto hemos dejado de crecer por tantos obstáculos y hostilidad a los empresarios?

Una tasa de crecimiento del 3.5% del PIB en términos reales en mediocre para nuestro país.  Es insuficiente para mejorar el nivel de vida de todos los guatemaltecos y crear esas oportunidades que tanto hacen falta en el interior del país.  A este ritmo y descontando el crecimiento poblacional, tardaremos 100 años aproximadamente en llegar a ser un país desarrollado.   Definitivamente no podemos seguir creciendo por inercia, es decir, un crecimiento a pesar del gobierno y todas sus regulaciones.

Un amigo industrial me dijo que hemos llegado a tal punto de ridiculez que el otro día decidió techar un área para las motos de los trabajadores. Inmediatamente le cayeron los inspectores de la Municipalidad donde se ubica su empresa a indicarle que no tenía Estudio de Impacto Ambiental ni permiso de la Municipalidad.  El respondió “pues entonces quito el techo”.  Inmediatamente ellos le replicaron “No puede pues no tiene estudio de impacto ambiental ni permiso de la municipalidad para quitarlo”. Aunque da risa en realidad esta situación es para llorar.   Después nos preguntamos por qué hay tanta informalidad en Guatemala.

Existen empresas que han tenido más obstáculos de lo normal para su funcionamiento obligándoles a gastar millones de quetzales extras en la defensa de la continuidad operativa de la misma. Esto ha sido el caso de las hidroeléctricas y las mineras. Dada las regulaciones ambiguas y las decisiones arbitrarias y políticas de las cortes de nuestro país (Corte Suprema de Justicia y la Corte de Constitucionalidad), las inversiones en estas industrias se están deteniendo. Lamentablemente también están afectando otras industrias. Quienes se oponen legalmente a estas industrias dicen hacerlo en nombre de los pueblos indígenas pero lo que están haciendo es engañarles puestos que si tenían una oportunidad que alguna empresa se instalara en el interior del país y llevara algo de oportunidades para quienes viven ahí ahora eso se está esfumando y seguirán viviendo en la miseria o emigrando a Estados Unidos donde hay más oportunidades.

Si a estos obstáculos, permisos y licencias, tanto de los diversos ministerios del gobierno como de las municipalidades, le sumamos la lentitud de las autoridades correspondientes a firmarlos por temor a ser demandados y parar en la cárcel vemos entonces que el país está paralizándose.    Y como si esto fuera poco, la SAT (Superintendencia de Administración Tributaria) con sus presiones con criterios también cuestionables amenazan a otros sectores como los exportadores de café y cardamomo con demandas penales, entonces, ¿quién quiere arriesgarse a seguir produciendo y creando riqueza en este país?