Columnas

La arrogancia

Vender una ideología, una creencia o una convicción no difiere mucho de vender un producto. El producto es algo tangible y real, mientras que las ideologías son muchas veces especulativas y no se pueden garantizar sus resultados. Sin embargo, para poder vender una idea o producto, debes conocer a quien va dirigido.

Llama mi atención que, en nuestro entorno, estos «vendedores» de ideologías desconocen por completo a los guatemaltecos. Se las llevan de expertos, pero no salen de su élite y de su burbuja. Buscan relacionarse con quienes reafirman sus ideas, perdiendo por completo el contacto con la realidad. Como característica común, estos individuos poseen una arrogancia intelectual que los caracteriza. Creen que nadie más tiene la capacidad de ver y percibir el mundo de la forma que ellos lo hacen. En esto último no se equivocan del todo, no hay dos individuos que perciban el mundo de la misma manera. Aun así, los grupos de personas, sobre todo las sociedades y las naciones, tienen cosas en común que los identifica, que los une: la cultura, el idioma, la historia, las tradiciones, la comida, las leyes, las costumbres, etc.

Comencemos por el matrimonio homosexual. En nuestro país, no estamos listos. Aún existen muchos prejuicios en contra de los homosexuales, considero que el primer paso debe ser la educación. Que los guatemaltecos comprendamos, que no se trata de una enfermedad, ni de una perversión y que no es algo contagioso, ni malo. Qué puede tratarse de un padre, una hija, un hermano. Ser homosexual no significa ser un pervertido sexual ni un pedófilo. Es más, la mayoría de pedófilos y agresores sexuales son heterosexuales. Cuando lleguemos a ese punto de aceptación, podremos iniciar el debate sobre la legalización de la unión entre parejas del mismo sexo. Mientras tanto, todo intento será infructuoso y sólo agravará el tema de la aceptación.

El aborto. Hace dos días conversaba con un amigo, y él tiene un excelente punto. La diputada Sandra Morán insiste en impulsar una legislación que permita el aborto. Para comenzar, Guatemala es un país conservador, la mayoría de personas son religiosas y este es un tema tabú. Segundo, hace pocos días la Corte de Constitucionalidad dictaminó a la pena de muerte como inconstitucional, ya que la Constitución de la República protege el derecho a la vida, desde la concepción. Significa por lo tanto que el aborto es inconstitucional. Y esto nos regresa al tema de la educación. La educación sexual es necesaria, no podemos seguir de esta manera. Un paso a la vez.

El emprendimiento. En nuestro país existen grupos que demonizan y culpan constantemente a los empresarios, motor de la economía nacional. Ignoran la diferencia entre un emprendedor, un empresario y un mercantilista. Pero este es un país de emprendedores y el emprendimiento está muy bien visto. Olvidan el espíritu emprendedor chapín, lo critican, lo atacan.

Los mercantilistas por su parte, se la pasan hablando de impulsar políticas públicas y políticas sociales que no llegan a nada. Más beneficiarían al pueblo si renunciaran a sus privilegios.

Están también, los que pretenden hacerse del poder a la fuerza, pero se la pasan hablando de democracia e instituciones. Acusan al pueblo de ignorante y lo responsabilizan de los cambios que no se dan, porque no ven los resultados deseados. Pero el guatemalteco no es tonto y se da cuenta de sus incongruencias, de sus falsedades y de sus ataques en contra de sus valores. Dejen por un lado su arrogancia, conozcan a su pueblo.

TEXTO PARA COLUMNISTA

Carmina Valdizán

Abogada y analista guatemalteca, presentadora de televisión y escritora.

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