Política partidista
Sin duda, el nuevo Congreso en Guatemala inició con gran fuerza, entrándole al escabroso tema de la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, entre otros. Obvio, las críticas por la elección de la nueva Junta Directiva han seguido, si bien menguando, cosa que deja en evidencia que la izquierda está preocupada por haber perdido una de sus herramientas más importantes. En redes sociales, la gran mayoría de opiniones han sido a favor de dar a la nueva junta el beneficio de la duda y exigirle que proceda sin miedo y reforme lo que va reformado.
Espero le entre con fuerza a la Ley de Compras y Contrataciones del Estado, a la Ley que obligue a las ONGs a pagar impuestos y rendir cuentas de como utilizan los fondos que les entran, que implemente la pena de muerte, que no tenga miedo de entrarle a la Ley de Reconciliación Nacional que debiera ser aplicada para contrarrestar esta caza de brujas absurda de los parásitos que ven en la industria del resarcimiento su mina de oro. Y como dijera el Presidente del Congreso, Diputado Alvaro Arzú, entrarle a todo lo que estimula la inversión y protege al empresario de todo tamaño, especialmente al pequeño y mediano empresario.
Congresistas jóvenes, sangre nueva, que viene con nuevos brillos. Gente educada y preparada para liderar, sin temor a los chantajes de la CICIG, sin temor a las pataletas de la fiscal, sin temor a la izquierda cizañuda y amargada que quiere seguir lucrando como parásitos sociales que son.
Vemos que este problema de la pequeñez de los políticos y de su empeño en hablar mentiras a la población para crear mayor antagonismo y división, no es exclusiva de Guatemala.
En los Estados Unidos, con una economía pujante como nunca, tenían los Demócratas que llegar a no aprobar el financiamiento del Estado por la pura gana de fastidiar al Presidente Donald Trump. La hostilidad de los medios y de los Demócratas se hace evidente, dejando claro que lo último que les importa es su Ejército y su propia gente. Ponen a los inmigrantes por encima de los votantes estadounidenses, cosa ilógica por dónde uno la mire. Es absurdo exigir que aprueben a los dreamers y con eso impedir el financiamiento del Estado.
¿Dónde quedó el bien común? ¿Dónde queda el poner el bien del país por encima de todo? Es evidente que los políticos aquí y a fuera en buen número han perdido el norte. Pero como no todo está perdido, vemos que aún hay gente que si pone esas exigencias por encima de su partido o de sus intereses. Dejan claro que es la hipocresía la que reina en sus agendas, porque quieren los votos para recuperar el poder del Congreso, pero no quieren que la gente pague menos impuestos y que el gobierno funcione. Resolver la ilegalidad de millones de inmigrantes es importante, y los Republicanos han dicho que deben sentarse a negociar y resolverlo con consenso, pero los Demócratas quieren imponer su criterio y no negociar. Típico de la izquierda.
Ojalá que los estadounidenses reaccionen con inteligencia en noviembre y les pasen la factura a los Demócratas. Cuando reciban más dinero en sus cheques, cuando se sientan más seguros, cuando se den cuenta quién pone en peligro a sus hijos y maridos en el frente de batalla, espero prevalezca la lógica y la cordura en esos votantes.
Y también esperemos que los valientes no cambien, ni en los EE. UU. ni en Guatemala.