Las glorias perdidas del futbol nacional
El futbol chapín vivió días de gloria. En la década de los años 60 del siglo XX, estuvo a punto de convertirse en el mejor futbol de la región de la Concacaf (en aquellos años ese engendro de la Fifa, manejado por los mexicanos se llamaba Norceca). Que lejanos están aquellos tiempos en que el nombre de la selección de Guatemala generaba respeto y cariño, entre propios y extraños.
El deporte que más pasión genera en el mundo vió crecer a Guatemala. En sus momentos de mayor gloria, en 1967, en la ciudad de Tegucigalpa, Guatemala se enfrentó en un partido, que era la final del campeonato de todos los países del norte, Centroamérica y el caribe, al poderoso equipo de México. En una hazaña impresionante, los chapines vencieron a los mexicanos un gol a cero. Fue un partido dramático, en que todo el equipo generó una presión sobre el adversario llenando de emoción los corazones chapines. En el momento que escopeta Recinos culminó una triangulación y abatió el arco verdiblanco, todo un pueblo estalló de alegría.
Pero la dicha no se contuvo, inmediatamente, Guatemala armó otra selección y por primera vez en la historia centroamericana, un equipo de la región logró clasificarse para una olimpiada. Aquella marca histórica vive en la mente de todos los periodistas y aficionados desde Guatemala hasta Panamá. Y la gesta no fue solamente clasificar. No, ya en la competencia a Guatemala la sembraron en el camino de la muerte. Primero tenía que enfrentar a Checoslovaquia, el más firme candidato a la medalla de oro, segundo Tailandia otro neófito. Y finalmente, a otro de los candidatos Bulgaria. Quien efectivamente se llevó la plata en aquel torneo. En el milagroso caso de que Guatemala pasara a segunda ronda le tocaría enfrentar a Hungría, el tercer candidato a las medallas, quien finalmente, venciendo en la final a Bulgaria, se colgó el oro.
Guatemala dio la primera campanada, le ganó 1-0, y finalmente eliminó al poderoso equipo checoslovaco. Arroyó a Tailandia 4-1, en una muestra de poderío que el equipo chapín nunca volvería a ver. En su tercer juego perdió el invicto, y la posibilidad, tal vez, de llegar a la final. Se enfrentó a Bulgaria, que llegó hasta la tierra prometida. El partido lo inició ganando Guatemala, y en forma dramática los búlgaros le dieron vuelta al marcador y todo terminó 2-1.
Guatemala realizó la hazaña, no solamente fue el primer equipo centroamericano que jugó una olimpiada. Fue también el que pasó por primera vez a octavos de final. Allí se enfrentó con el espectacular equipo de Hungría, quien finalmente levantaría la copa de campeón. Pero, con Guatemala no pudo, el partido casi terminaba empatado y en los últimos segundos Hungría marcó el 1-0. Allí terminó la gesta chapina. Hungría ganó a Japón el siguiente encuentro 5-0 y la final 4-1.
Aquella historia encantadora era el resultado de una estrategia nacional genialmente diseñada. Un gran líder periodístico y patriótico había generado una estructura competitiva que ponía el balompié chapín a las puertas de nuevas y grandes historias. Asistir al primer mundial, por un país centroamericano, y que fuera Guatemala parecía fácil. Y que Guatemala volviera a sorprender al mundo de ese mundo lleno de sueños, fanatismo y pasiones que es el futbol.
El mundial de México 70 estaba cerca de las manos. Pero allí se derrumbó todo. El futbol de Guatemala se derrumbó de la cima de la Concacaf hasta el último lugar del mundo. A partir de allí solamente hay malas noticias y sufrimientos. ¿Quiénes diseñaron la estrategia ganadora?, ¿quiénes hundieron al país hasta los infiernos? Al igual que Snicket, la próxima semana tendré la triste obligación de escribir sobre esos acontecimientos.