Columnas

Vía Crucis Migrante: Vergüenza Nacional

El presidente de turno de Guatemala, Jimmy Morales, aprovechó para dar un discurso durante las honras fúnebres al fallecido Alcalde de Guatemala, Álvaro Arzú Irigoyen, el pasado sábado 28 de abril, en el cual se dirigió a la comunidad internacional reunida por protocolo de rigor, y les dijo exactamente: “Guatemala es una República soberana. Nosotros les respetamos, respétennos ustedes también. Nosotros les apoyamos sin condiciones, ese mismo apoyo esperamos de ustedes”.

El presidente seguramente no se había enterado de que una caravana de migrantes centroamericanos del triángulo norte (Guatemala, El Salvador y Honduras, catalogados entre los países más violentos del mundo) abarrotaba un campamento en Tijuana, frontera entre México y EE.UU., que viajó a pie, en buses y tren desde el 25 de marzo para solicitar asilo en este último país.

Hay que estar totalmente ajeno a los asuntos urgentes de la nación, para haber pronunciado semejante discurso.  ¿Recordará el hoy presidente que, cuando era candidato, viajó a los EE.UU. para solicitar a los migrantes que ya viven en ese territorio su apoyo?  ¿Sabrá que Guatemala acepta cada año millones de millones de Dólares en ayuda en programas de seguridad, desarrollo y competitividad especialmente para las comunidades indígenas?

Hay que saber cuándo el papel de “dignos” nos queda bien:  Sería mucho mejor si se dedicara a dar las gracias, proyectándose seguro de su persona y un poco inteligente, mientras  se pone a trabajar con todas las instancias gubernamentales en lo que ha sido más urgente desde que asumió el mandato; esto es, fomentar la Justicia –en lugar de intentar aplacarla y destruir la institucionalidad— para que nuestro país logre generar certeza jurídica y atraer capital extranjero de buena cantidad de compañías multinacionales de productos y servicios, que no están asentadas en este suelo por la escalada sin precedentes de la inseguridad de todo tipo y por lo poco atractivo que resulta invertir en Guatemala en las actuales condiciones.

Nunca estará de más reiterar las causas de la migración: corrupción, tráfico de drogas, maras, violencia extrema, extorsiones, secuestros, falta de empleo, hambre, enfermedad y pobreza extrema.

Según el Consejo de Relaciones Exteriores (“Council on Foreign Relations”, CFR por sus siglas en inglés), que asesora al Departamento de Estado en materia de política exterior, ha habido caravanas desde 2008, y sólo en 2015 se registró una cifra de 110,000 personas que buscaban asilo mediante el procedimiento legal para tal caso.  En el mismo año, 3.4 millones de guatemaltecos, salvadoreños y hondureños se registraron viviendo indocumentados; esto es, sin acceso a servicios básicos.

El gobierno norteamericano ha enviado agentes migratorios y guardias para evitar el paso de mujeres con infantes en brazos y hombres de esta caravana en la frontera San Ysidro, y advirtió que quienes pasen ilegalmente, enfrentarán juicio y separación de sus hijos menores.

¡Es inaudito y es vergüenza nacional que esta caravana esté conformada por guatemaltecos menesterosos, cuando su presidente es el mejor pagado de Latinoamérica!

El presidente debe –como mínimo—dejar de pelear con la Justicia, fomentándola incansablemente.  Su rol no es circular por precarias escuelas y hospitales y dar palmadas y regalos a los enfermos y a los niños; es usar el poder de su mandato para lograr la unidad nacional, la cohesión ciudadana efectiva, cuya falta está socavando a esta débil república.  Es recuperar inmediatamente la institucionalidad y la confianza de la ciudadanía, reforzar las leyes, incidir efectivamente como un Jefe de Estado, y buscar –en calidad de urgencia nacional—esos capitales de inversiones nuevos y limpios que subsanen el hambre y la desesperanza de una nación, ayudándose de toda la estructura de esta república.

Latinoamérica se desgarra con el discurso trillado de pedir que los EE.UU. no sea la “policía del mundo”, pero sí busca que acoja con generosidad a millones de migrantes año tras año, mientras sus presidentes pasan del anonimato a ostentar vidas de estrellas de cine, que jamás habrían podido procurarse en sus anteriores oficios.

Seamos justos, honestos, y tengamos vergüenza por una sola vez:  Esta noche, hay cientos de madres embarazadas con niños inocentes en brazos durmiendo en esa frontera, mientras Jimmy Morales le ha dicho a los diplomáticos acreditados en el país que “no se metan en nuestros asuntos”.

Así, pregunto al presidente: ¿Qué hará con estos compatriotas que buscan refugio?  Si cree que es normal el que nuestro pueblo huya y busque el mínimo bienestar humano en otro país ilegalmente –mientras usted es el funcionario mejor pagado de la mitad del mundo–, ¡renuncie!