Columnas

Se les olvidó gobernar

Al inicio de cada cambio de gobierno se acostumbra hacer un análisis cuando se cumplen los primeros 100 días para determinar qué cambios se han gestionado durante el gobierno de turno y que marcan, en cierta medida, la dirección que le darán a su gestión las autoridades entrantes.

Guatemala, y no es secreto para ningún guatemalteco, tiene muchos problemas estructurales que reparar. Empezando por la garantía de derechos fundamentales como la seguridad, educación, salud y alimentación, entre otros muchos. De igual forma, con la necesidad de invertir en infraestructura, las cuales van aparejadas de crecimiento económico y desarrollo social.

El gobierno de Jimmy Morales toma el país en medio de una desaceleración económica producto de la inestabilidad política que representaron los numerosos casos de corrupción en donde se vieron involucradas personas que ocupaban los más altos cargos de la administración central. La llegada al poder de un personaje que era considerado “independiente”, en términos de política (outsider), daba la esperanza a los guatemaltecos que pudiera enderezar el rumbo del país, luego que se desvelara las estructuras criminales incrustadas en la columna vertebral del gobierno.

Con la oportunidad en sus manos de poder realizar cambios de fondo, por el apoyo popular que acobijaba, perdió la oportunidad. Se han cumplido más de 100 días luego del inicio del tercer año de su mandato y las cosas siguen, bastante igual que cuando tomó el poder. Dejando como legado una Guatemala sin rumbo y confrontada, cuando era él el llamado a dirigirnos a esa unidad nacional que ya se estaba cuajando.

Perdido en una lucha de poderes, el gobierno actual dejó de lado la gobernabilidad como prioridad y antepuso sus intereses personales. La lucha que mantiene contra la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) le ha cegado y ha ocupado la mayor parte de su tiempo, y por ende su gobierno. Cuando Guatemala necesitaba a un líder que llamara a la estabilidad, no supo llenar esos zapatos. En cambio, la confrontación que provoca ha metido al país en un hoyo que ahuyenta la inversión y hace más complicada, cada día, la reactivación económica.

Ahora, al buen estilo de un político, de los que llamamos tradicionales, está necesitado de aplausos y muestras de apoyo, incluso forzados, para que le digan que su actitud y decisiones son las correctas. No dimensionó que los chistes y moralejas no eran suficientes para ganar legitimidad, que ésta se obtiene a través del trabajo de su gabinete.

Incluso el apoyo que le manifestaban los referentes del sector económico del país, que mantenían una defensa oficiosa del gobierno, le han dejado solo, cuando han declarado que se cometieron actos de financiamiento electoral ilícitos en favor del partido oficial. Se percataron que esa defensa era insostenible.

Con la intención de lograr la supervivencia de su gobierno durante el período completo, al gobierno de Jimmy Morales se le olvidó gobernar. Con poco menos de dos años de mandato, el Presidente debe reflexionar sobre cuál es el legado que pretende dejar al país.