Columnas

Madres trabajando en el hogar y otros trabajos

Con ocasión del reciente Día de la Madre alguien me envió unas consideraciones de un ama de casa, madre de varios hijos, que aconsejaba a todas sus colegas –las madres de familia-  a defender su profesión con la cabeza bien alta. Y protestaba enérgicamente “contra aquellos que piensan que las amas de casa, madres de familia, nos dedicamos a esto porque no dimos para más y ahí estamos, sufriendo en silencio, como si de una enfermedad se tratara; y es todo lo contrario: es algo que nos hace felices a las madres y hace felices a todos.

Por otra parte, también recientemente en España se ponía de relieve que cada vez más madres –y padres- quieren tener más tiempo para sus hijos. Y, además, aunque ahora en las familias es corriente que tanto el padre como la madre tengan empleo, en el frente doméstico el reparto de las cargas sigue siendo desigual. Y lamentan que no dedican suficiente tiempo a los hijos.

Así se ve también en una reciente encuesta en Estados Unidos (EWTN Noticias), que indaga en algunos de los factores familiares y laborales que diferencian a padres y madres. Ante el panorama esbozado por el estudio del PRC, la postura de los padres con trabajo parece unánime. Todos piden una política y unas estructuras laborales que se ajusten a sus necesidades: que sus hijos estén atendidos cuando salgan del colegio, bajas familiares mejor pagadas… Un tercio de los padres profesionales reconocen que equilibrar trabajo y familia llega a ser estresante y agotador para los padres. Como señala una socióloga en el New York Times, esta situación “está creando un estrés entre los padres con trabajo que afecta a su vez a la vida del hogar y a los niños: necesitamos, concluye, una amplia respuesta social”.

También el Papa Francisco indicaba textualmente que “es decisivo tener una atención especial por la calidad de la vida de los empleados, que son el recurso más preciado de una empresa, en particular para favorecer la armonía entre trabajo y familia”. Decía que piensa especialmente en las trabajadoras, puesto que su desafío es proteger al mismo tiempo su derecho a un trabajo plenamente reconocido, así como su vocación a la maternidad y su presencia en la familia. Y terminaba concluyendo que la mujer debe ser cuidada, ayudada en este doble trabajo: el derecho de trabajar y el derecho de la maternidad. Y perfilaba que esto es responsabilidad de las empresas, también para colaborar en la defensa y el cuidado de la sociedad y realizar un progreso social, más sano, más humano, más integral.

Y concluían que siempre hay que hay que respetar y proteger socialmente y señalaban dos puntos: 1) El trabajo en el hogar y la dedicación exclusiva o prioritaria a la familia suponen un valor social y económico indiscutible y 2) No se puede discriminar a la mujer laboralmente por su maternidad.

El punto es que frecuentemente las políticas fiscales conceden ventajas económicas a las madres que tienen empleo remunerado, negando ayudas a las amas de casa. Pareciera que se quiere favorecer que las madres trabajen fuera de casa, tan pronto como sus hijos cumplen pocos meses. Pero es erróneo: todos debemos reconocer el trabajo que realizan por su familia, que es una contribución decisiva para el bien de la nación. Y hacer que se reconozca social y económicamente la contribución al bien común prestada por las amas de casa… y todos saldremos ganando.