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De las cenizas se levanta Guatemala, gracias al espíritu incansable de nuestros héroes

La erupción del Volcán de Fuego ha sometido a Guatemala a una nueva crisis derivada de un fenómeno natural. La madre naturaleza nuevamente pone a prueba el espíritu de los guatemaltecos. Una crisis que pudo o no ser evitada, quedará en mano de los expertos determinarlo, pero que pone en evidencia nuevamente la naturaleza del guatemalteco.

Esta catástrofe ha dejado a cientos de personas sin un hogar, con pérdidas materiales, pero sobre todo pérdida de sus seres queridos. No existen palabras de pésame que llenen lo que estas personas pueden estar sufriendo.

En los momentos difíciles salen a relucir las verdaderas personalidades. Lo que me llena de esperanza es ver a tantos guatemaltecos solidarios con los damnificados. Porque todos y cada una de las personas que ha puesto su tiempo, sus recursos, sus energías y corazón en ayudar a nuestros hermanos guatemaltecos, son héroes. Porque se ha demostrado que el guatemalteco se preocupa por el prójimo.

Gracias a los rescatistas de la CONRED y bomberos.

Gracias a los soldados que han apoyado en esta calamidad.

Gracias a los profesionales que han prestado su apoyo.

Gracias a los miles de voluntarios que organizan, recaudan y accionan.

Gracias a los que se preocupan por los animales.

Gracias a los que difunden la información en sus redes sociales.

Gracias a los que ponen de sus recursos.

Gracias a los que arriesgan su vida y a los que la han perdido.

Gracias a todos los que desde donde estén tienen en sus oraciones a estas personas y al país.

Pero sobre todo gracias a todas las personas que no descansarán hasta que las personas y las familias que fueron víctimas de este atropello natural estén reubicadas y puedan retomar sus vidas. A todos los héroes silenciosos que nunca sabremos su nombre, pero que no dejarán a estas comunidades en el olvido.

Este desastroso y lamentable acontecimiento nos ha desnudado como sociedad y ha puesto en evidencia no solo la debilidad institucional –que día a día poco nos deja de sorprender-, la desigualdad imperante, la poca previsión, la pobreza que nos carcome; sin embargo, también, el espíritu y energía de no darse por vencidos de quienes creen en una Guatemala mejor, más justa, y una capacidad de coordinación sumamente notable del ciudadano de a pie, especialmente.

De este devastador suceso, me queda la esperanza de saber que existen tantas personas en este hermoso país que pueden y que marcan la diferencia con acciones y corazón. Que a pesar de las condiciones dan un paso al frente por el otro, una solidaridad plausible.

Espero que esto solo sea el inicio para una verdadera reflexión sobre problemas estructurales que existen, sobre todo la pobreza y la desigualdad, y que a veces se miran de reojo o simplemente no se quieren ver. Que esta tragedia deje soluciones y que sea el inicio para que todos nos involucremos en marcar el rumbo de este país. Con tanta gente comprometida de las cenizas que ha dejado el Volcán de Fuego se puede construir una Guatemala mejor, la que buscamos.

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