Columnas

Pacto con el diablo

#Catarsis

El día de ayer Daniel Ortega tuvo la desfachatez de conmemorar el 39 aniversario de la revolución sandinista. Es triste ver como un pueblo que luchó una revolución en contra de un dictador, celebre su derrocamiento bajo el gobierno de otro dictador. Es por lo que las dictaduras, nunca y bajo ninguna circunstancia son deseables.

Ortega fue el jefe de estado de Nicaragua bajo mandato presidencial entre 1979 y 1990. Llega a su segundo mandato por la vía democrática hace 11 años, en enero del 2007 y recurre al uso de artimañas “democráticas” para perpetuarse en el poder indefinidamente y mantener secuestrado el organismo electoral.

Desde el 18 de abril el gobierno de Ortega ha asesinado a 351 ciudadanos, siendo el 90 % de estos civiles. ¿Qué de democrático puede tener un asesino que se perpetúa en el poder?

Es perverso ver como en Guatemala partidos y movimientos de izquierda tales como Winaq, URNG Maíz y Convergencia, entre otros, justifican los asesinatos cometidos por Ortega, pero se rasgan las vestiduras en contra de los militares en nuestro país, ¡un poco de congruencia por favor! No extraña en absoluto el silencio de Rigoberta Menchú, que al menos por taparle el ojo al macho debe pronunciarse. Una izquierda más moderada y moderna lo ha condenado, otros movimientos políticos, solicitan que se busque el “diálogo”.  Yo no sé por qué les cuesta tanto dar su brazo a torcer, que sea una persona con la que comparten una ideología no lo justifica a cometer crímenes en contra de su pueblo. En Nicaragua no hay una guerra civil, hay un dictador asesinado a su pueblo.

Por supuesto que Ortega no llegó solo al poder y no se ha perpetuado en el sin ayuda. Recordemos a los empresarios mercantilistas que decidieron hacer un pacto con el diablo con tal de continuar disfrutando de sus privilegios, y eso incluye también a nuestros mercantilistas que aprovechándose de los beneficios que brinda el gobierno de Ortega a los inversionistas extranjeros, no dudaron ni un momento en ir a Nicaragua a hacer inversiones.

Inclusive escuché a varios de estos mercantilistas alabar al régimen de Ortega, ¡ja! ¿Qué dicen ahora? Si, ya vi el comunicado en el cual se solidarizan con sus compadres, los mercantilistas nicaragüenses que ayudaron a mantener a Ortega en el poder, quienes doblaron la cabeza y se hicieron de la vista gorda con tal de no perder sus beneficios.

Ortega padece del mal del dictador, aquel que es consumido por el poder y le pasaron las de Gollum, el personaje de J. R. R. Tolkien en su novela «El señor de los anillos», solo espero que también termine en el fondo de un volcán.  Al inicio fue bastante astuto, se dio cuenta de los errores de Chávez y Maduro y decidió hacer como la China, llevar un socialismo capitalista. Mantuvo el control sobre las libertades civiles, pero al mismo tiempo generó inversión y una relativa prosperidad económica. Pero como buen dictador, cuando fue cuestionado por sus acciones decidió silenciar a sus opositores y perdió el control sobre su paraíso utópico.

Por dónde lo veamos, el caso de Nicaragua representa una gran lección para Guatemala. En Nicaragua hay una izquierda rancia que justifica cualquier atrocidad mientras venga de sus camaradas y puedan perpetuarse en el poder, están los mercantilistas que se hacen de la vista gorda y pactan cualquier cosa con tal de mantener sus privilegios, y hay un pueblo ignorante y hambriento que se deja llevar por las promesas falsas y la demagogia, el mismo pueblo que hoy derrama su sangre. Espero que el pueblo nicaragüense pueda recobrar su libertad, que Ortega rinda cuentas por sus acciones y que nosotros tengamos siempre presente las palabras de Cervantes: «El hacer bien a villanos es echar agua en el mar».

TEXTO PARA COLUMNISTA

Carmina Valdizán

Abogada y analista guatemalteca, presentadora de televisión y escritora.

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