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Valores en alza: Progreso del país

#DescubrirLasRaíces

Recientemente un artículo de Prensa señalaba que la mayoría de la población guatemalteca es buena, gente amable y positiva, pero sobre todo muy trabajadora y honrada. Gente creativa y luchadora que se las ingenia para poner un negocito y ganarse la vida sin robar, con principios y valores. Y esta última frase centró el tema como un tema básico que comento.

Que estemos alertas para que no tengamos alteraciones de valores básicos y con ello problemas sociales. Por ejemplo, a veces nos preguntamos por qué crecen los índices de criminalidad, corrupción y delincuencia, y nos olvidamos de que la solución a estos problemas sociales está en promover la primera escuela de valores de toda persona humana: la familia. Así de claro.

Como clara es la consecuencia: que, si lo vemos así, debemos promover la defensa y credibilidad de esta institución humana, pues una sociedad que no se edifica sobre familias sólidas, es una sociedad débil.

Tema con muchos aspectos. Se narraba en prensa especializada europea una consecuencia de esta alteración de valores en un país desarrollado: es que la buena salud económica de Alemania tiene un talón de Aquiles: su demografía. Es que los censos revelaban que la población tenía 1,5 millones menos de lo estimado. La tasa de hijos por mujer está desde los años 90 en torno a 1,4, muy lejos del 2,1 necesario para renovar las generaciones… A pesar de gastar millones de euros al año en subsidios familiares, no ha habido una respuesta en la tasa de natalidad; y esto se debe en parte a que la solución depende de valores, costumbres y actitudes, en la conciliación de familia y trabajo que requerirían cambios profundos. Y no es problema, digamos, sólo técnico sino más de fondo: transposición, alteración o pérdida de valores.

Otro ejemplo actual –grotesco- de consecuencia de esta transposición de valores podría ser lo sucedido en California, donde una ley permitió a los estudiantes que se consideran transexuales utilizaran los vestuarios, las instalaciones y participar en los equipos del género con el que se identifican, independientemente de cuál sea su sexo biológico. De entrada, la gran mayoría de los estudiantes de California -que no se identifican como transexuales- vió infringido su derecho a la intimidad.

El punto clave es cuando esa pérdida de valores origina que muchos no busquen vivir según unos valores, sino sólo lograr el éxito de cualquier modo, tener un puesto en el trabajo o en la vida social, aunque sea perjudicando a la familia, por poner un ejemplo. O cuando vemos cómo se esfuerza una madre por sus hijos y no buscamos el modo de que eso sea reconocido socialmente: es un valor social. Hoy en día puede suceder lo contrario: una mujer que dedica la mayor parte de su tiempo a la familia podría ser considerada… improductiva, cuando realmente está enriqueciendo la sociedad, en beneficio de todos.

El problema está claro. Y es desafío de cada uno, que no se pierdan los valores que dan vida a nuestra sociedad. Y que renazcan de nuevo en las familias, en la vida social y profesional, entre la gente. Ahí está nuestra identidad; hay que cultivarla, encauzarla. Lo otro – “silbar y mirar a otro lado”- es muy peligroso: lo dice la historia y se ve.

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