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Consolidación social en la transición democrática

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El primer intento de democratización en Guatemala abarca el período de 1944 a 1954; es un período en el que se apostó a la libertad de organización, a la seguridad social, a la educación universal gratuita, a la independencia y desarrollo económico, a la defensa de la soberanía nacional, a los derechos de los trabajadores, basado en la figura del sindicalismo como forma de organización laboral, etcétera. Esto es, el pueblo de Guatemala presenció en aquellos sufridos tiempos no solo los esfuerzos por construir una sociedad democrática sino también los esfuerzos de construir una sociedad menos desigual; y más incluyente.

Hoy podemos afirmar que, quienes truncaron aquel proyecto progresista, no solo truncaron las posibilidades de establecer una nación que hoy en 2018 tuviera 70 años de madurez democrática; pero además, truncaron el desarrollo económico basado en el capital natural y empresarial de nuestro país que buscaba un aprovechamiento equitativo de los medios de producción, como era la inspiración de la Reforma Agraria que impulsara Jacobo Árbenz Guzmán, reforma fracasada debido a su separación del poder, en 1954.

Estos puntos críticos de desarrollo para el país, que se discutían hace más de setenta años, son una analogía de los puntos álgidos por los que la sociedad actual propugna y reclama a partir del año 2015, año del despertar social y del inicio de una transición demográfica, llamada bono demográfico en Guatemala. Entonces, la pregunta sería ¿Qué ha ocurrido desde todos aquellos años hasta la fecha?

Desde la caída de Jacobo Árbenz Guzmán han pasado poco más de setenta años; años que, con perdón de la expresión, podemos considerarlos perdidos en la construcción de ciudadanía, que hoy nos hace falta para la mejor conducción de los destinos patrios que bien podríamos sustentarla en la democracia madura que tuviéramos desde aquel entonces. Si bien es cierto que tenemos elecciones, estas son solo un segmento de aquella, <<de la democracia>> a la que hace falta llenarla con contenido de inclusión social, subsidiariedad y solidaridad.

Como bien dijeran sucesiva y reiteradamente las embajadas de la Unión Europea en Guatemala: “La democracia primero se construye haciendo ciudadanía”; lo cual, coincide perfectamente con lo referido por el pensador francés Alexis de Tocqueville: “Un requisito básico de la democracia lo constituye la igualdad de condiciones”, pero profundizó indicando que: “No difiriendo entonces ninguno de sus semejantes, nadie podría ejercer un poder autocrático; pues en este caso, los hombres serán perfectamente libres, porque serían del todo iguales  y serán perfectamente iguales, porque serían del todo libres”, dijo Tocqueville.

Claro está que la búsqueda de la igualdad, cuasi-perfecta como lo pensaba Alexis de Tocqueville, se torna utópica en aquellas sociedades contemporáneas con democracias débiles. Lamentablemente uno de los casos de democracia débil es Guatemala. No obstante nuestra relativa debilidad democrática; en Guatemala, la disminución de las desigualdades si es un objetivo posible mediante: «Reforma Fiscal, Reforma a la Ley del Servicio Civil, Reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos adicionales a las reformas del 2016, Reformas a la ley de Contrataciones del Estado; y aprobación de las iniciativas de Ley de Competencias y de Agricultura Familiar». Como podrá recordar hemos abordado cuidadosamente cada uno de estos puntos en entregas anteriores. En consecuencia, en Guatemala, hacer menos desigual a la sociedad debe ser la principal meta de la lucha democrática.

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