Columnas

Fin de año

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A esta altura del año, entiéndase pocos días para culminar el 2018, posiblemente muchos centremos la atención en la compra de regalos, otros en romper la barrera de la dieta, considerando que necesitan tomar un breve descanso de las prohibiciones hechas durante los 11 meses anteriores. ¿Qué comeremos en Noche Buena o de Cena para el 31? Lo tradicional: Kak ik, enchiladas, pache, shucos, tamales, otros. (Nota: ¿Por qué se dispararán los precios en Diciembre?, ¿acaso es el momento oportuno de los vendedores de recoger “la cosecha” del aguinaldo?) En fin, hay quienes cierran los ojos, unos más derrochadores, otros más conservadores (¿o pinche?) que, al comprar, y sin acordarse de los precios del año anterior, tiran la “casa por la ventana”

¿Quién me falta para comprarle su regalito? La respuesta a esta interrogante, se convierte prácticamente en un estudio de casos, donde se pasa revista a una lista de familiares, amigos y amigas, siendo anotados en una hoja, tal vez dos (porque usted es una persona excesivamente amigable, tiene el don de mantener excelente relaciones interpersonales), pero cuando se retroalimenta y establece la relación personas a tener en cuenta para regalar versus capacidad económica, comienza un proceso interno de inhibición, donde aquellos que algunas vez desaparecieron temporalmente aunque no sean culpables, son censurados, con una simple tachadura de la lista navideña. Otros se dedican a hacer un balance del comportamiento del año que se va, los pro y los contra, en lo laboral ¿Cuáles fueron las metas cumplidas, donde nos quedamos “corto”, en que “fallamos”, ¿cuáles fueron los éxitos como parte del colectivo a que pertenezco, que lidero o no?, ¿Fui ejemplo como líder o simplemente me preocupaba por ordenar y mandar, no siendo el mejor ejemplo (valga la redundancia), de cerrar filas siempre con mis subalternos, mis pares en el momento oportuno, cuando se requiere de esfuerzos ante tareas o compromisos que requieren esfuerzos?

¿Y en el caso del sexo femenino, siempre más agresivo, con más experiencia en el arte de “gastar”? Aprovechan oportunamente el maravilloso aguinaldo, como si fuese el maná caído del cielo, pero aclaro, no solo el de ella, sino también el de los esposos (¡pobrecitos que somos!) para dirigir y reorientar muchas veces sin nuestro consentimiento, el arreglo de la casa, con la justificación injustificada – siempre habrá alguna excusa, por poco científica que sea – de que este invierno fue fatídico y hay que arreglar el techo, producto del descubrimiento de nuevas filtraciones (me parece adecuado), pintar las verjas o rejas ya que se oxidaron producto de la humedad, como parte de la corrosión (¡qué bien!) y… cambiar las cortinas del baño, arreglar el auto y no podían faltar el grito de la moda, unos zapatos – no crea que es solo un par de zapatas, no sea iluso -, que me combinen con el color del vestido que estrenaré para las fiestas de fin de año. ¡Anticientífico, totalmente! ¿Y para usted, estimado amigo, que le queda? Mire, si hasta aquí está de acuerdo conmigo, recuerde que esa señora, sí su esposa, es la que se ocupa en el hogar, de atender los problemas de esta, a los que usualmente nosotros le damos la espalda, ¡complázcala! Aprovecho, para desearles, ¡buen fin de año para todas y todos!

[media-credit id=225 align=»aligncenter» width=»480″]TEXTO PARA COLUMNISTA[/media-credit]

Ernesto González Valdés

Nació en la ciudad de La Habana, Cuba y es nacionalizado Nicaragüense tiene estudios superiores de Licenciatura en Pedagogía y posgrados en Química Orgánica y elaboración de materiales didácticos.

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