Columnas

Pronóstico de probabilidad

Teorema

Estoy llamando de esa manera a un pronóstico –político en este caso— basado en la historia electoral de los últimos 30 años (1985 a 2015). Reuní los datos de la primera vuelta electoral de los 8 comicios presidenciales y de ellos obtuve valores promedio y desvíos estándar. Luego los asocié a una distribución t, la de student. Aquí presento los resultados omitiendo la aburrida parte de cálculo.

Un refrán popular dice que “caballo que alcanza, gana”. En la historia que recopilé, eso solo sucedió una vez. Fue en los comicios de 1990. Carpio había ganado la primera vuelta con 25.7% y Serrano el segundo lugar con 24.1%. En el balotaje Serano tuvo una victoria contundente de sobre Carpio, capitalizando 68% de los votos válidos. En los otros siete procesos electorales, el ganador de la primera vuelta también ganó el balotaje.

En la primera vuelta, la asistencia de los electores a las urnas fue, en promedio, de 60.3% con un máximo de 69.7% y un mínimo de 46.8%. El máximo se obtuvo en 2015, cuando ganó Morales y el mínimo ocurrió en 1995, cuando ganó Arzú. El pronóstico de probabilidad para la votación de este año, es de una afluencia de electores entre 53 y 67%.

Algunas personas se muestran fascinadas con lo del voto nulo y que las nuevas disposiciones podrían invalidar la elección. Parecen no estar enterados de que si tal extremo sucediera, los candidatos más votados volverían a presentarse. Nada habría cambiado. Pero no vale la pena siquiera discutir acerca de esa situación porque prácticamente no existe ninguna posibilidad de que suceda.

El voto nulo, es un voto duro, consistente, invariable a través del tiempo; un reflejo del nivel cultural de la población. Unido al voto en blanco tuvo un máximo cercano a 12% (votos en blanco incluidos) en 1985, cuando ganó Cerezo. También en 2011, cuando ganó Pérez.

El voto nulo mínimo fue de 8.6% y también se repitió. Sucedió en 1999 y en 2003 cuando ganaron Portillo y Berger, respectivamente. Los registros en Wikipedia, basados en datos del TSE no reportan cifras separadas para blancos y nulos sino hasta 1999. De la votación de 2003 para 2015 sí se presentan por separado. En el promedio de esas últimas 5 elecciones, los blancos (47 de 100) fueron casi iguales a los nulos (53 de 100).

No existe ningún antecedente –entre 1985 y 2015— de un candidato que haya conseguido ganar en la primera vuelta.  Siempre hubo un balotaje donde compitieron los dos candidatos más votados. En promedio, la votación a favor de los dos candidatos que pasaron a balotaje fue de 56.2% de votos. Sin embargo, la dispersión es alta. En 1999, cuando Portillo pasó a balotaje con Berger, entre ambos sumaron 78% de los votos. Los otros nueve candidatos se distribuyeron de manera desigual el 22% restante. En el otro extremo, en 2015, cuando Morales se impuso sobre Torres en primera vuelta, la votación compartida por ellos fue de 39.9% de votos. Otros doce candidatos se repartieron el 60.1% restante de votos. El pronóstico de probabilidad para el 16 de junio de 2019 es de entre 46.9% y 65.4 de votos válidos.

La población aumentó cerca de 10% en los últimos 4 años pero el empadronamiento solo refleja un crecimiento próximo a 2%. El padrón electoral aún no ha sido cerrado pero todo parece indicar que quedará por debajo de 8 millones de ciudadanos habilitados para votar. Si la asistencia electoral fuera de 53.4%, habrá unos 4.1 millones de votos totales y 3.7 millones de votos válidos. En el extremo positivo, con un padrón de 8 millones y asistencia en su máximo probabilístico de 67.3% la votación total sería de 5.4 millones y los votos válidos alcanzarían 4.8 millones.

El rango de probabilidad de votación a favor de los dos candidatos que pasarán a balotaje por asistencia a las urnas va de 1.9 a 3.5 millones para los dos. Se advierte muy poco entusiasmo ante un proceso extremadamente regulado por el TSE. Todo hace pensar en una participación baja.

Entonces, al sumar la votación de los dos punteros, ellos tendrían entre 3.7 y 4.8 millones de votos. O sea que para entrar a la final y en primer lugar un candidato debe obtener 2.4 millones de votos. Aquellos que tengan menos de 1.85 millones de votos, ciertamente pasarán a formar parte del pelotón que las estadísticas, cruelmente, refieren como “otros” o como “los demás”.

Por favor no haga caso de las encuestas realizadas a la fecha. Tal vez a fines de abril… ahora no. La pregunta típica ¿por quién votaría usted si las elecciones fueran hoy?, carece de sentido. La campaña no ha iniciado. Hay tres candidatas muy conocidas y otros tres tiene alta pero menor exposición pública. Los demás –entre 15 y 20–, obedientes a las instrucciones del infausto TSE aún no han abierto la boca. Las encuestas recientes son muy poco profesionales cuando hacen preguntas de las que los electores tienen poca idea. ¿Precipitación? ¿Ignorancia? ¿Mala voluntad? No lo sé, pero tiendo a quedarme con lo último.

TEXTO PARA COLUMNISTA

José Fernando García Molina

Guatemalteco, 67 años, casado, dos hijos, ingeniero, economista.Tiene una licenciatura en ingeniería eléctrica de la Universidad de San Carlos, una licenciatura en ingeniería industrial de la Universidad Rafael Landívar –URL–, una maestría en economía en la Universidad Francisco Marroquín –UFM–-, estudios de especialización en ingeniería pentaconta en la ITTLS de España.

Avatar de José Fernando García Molina