Columnas

¿Cuál es el rumbo de la democracia?

Pensamiento Crítico

A pesar de sus defectos, el sistema político democrático sigue siendo el más confiable, a la fecha. Como bien dijo Winston Churchill: «De hecho, se ha dicho que la democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las otras formas que han sido probadas de vez en cuando». Este sistema, a final de cuentas, es el único que tiende a garantizar el respeto a los derechos humanos, la participación cívica o ciudadana y la igualdad de oportunidades.

La Constitución Política de la República de Guatemala reconoce al país como un Estado libre, independiente y soberano, organizado para garantizar a sus habitantes el goce de sus derechos y libertades. Regidos bajo un sistema de Gobierno de carácter republicano, democrático y representativo. De dicha cuenta, el poder soberano se delega para su ejercicio en los tres poderes del Estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, cuya subordinación entre ellos es prohibida. Un sistema garantista de los derechos, como el modelo bajo el que está diseñado el Estado de Guatemala, también cuenta con entes de control como el Procurador de los Derechos Humanos y la Corte de Constitucionalidad.

Guatemala vive aún un proceso de transición democrática, sin que aún se encuentre consolidada. Esta consolidación democrática se encuentra mermada por factores como la desigualdad, el subdesarrollo, la pobreza, la corrupción, entre otros, pero sobre todo el irrespeto al marco jurídico vigente -que si bien tiene ciertas carencias debe de respetarse-, e institucional, al no existir políticas de Estado claras.

Mientras pretendamos vivir en un sistema democrático, los ciudadanos tienen el derecho y el deber de luchar por el mantenimiento de sus derechos y de velar porque se mantenga un Estado constitucional.

Para ello se requiere del planteamiento de cambios profundos que ayuden a consolidar un sistema verdaderamente democrático. Estos planteamientos requieren de la participación de todos los sectores y la existencia de consensos. Se requiere de apertura desde las propias estructuras gubernamentales y la participación de las élites políticas, económicas y sociales. Un verdadero convencimiento.

Estamos viviendo un proceso electoral en donde la falta de propuestas claras de rumbo del país es latente. Los candidatos siguen optando por los slogans pegajosos y frases trilladas. Mientras que el nivel de discusión de propuestas ha sido bastante bajo. No presentan planteamientos claros respecto de los fenómenos estructurales que tienen al país a punto del colapso, empezando porque nadie genera una propuesta clara para la erradicación de la pobreza.

El bajo nivel de las propuestas es responsabilidad de nosotros los ciudadanos. Esto trabaja bajo la ley de la oferta y la demanda. Si no se solicita un alto nivel de discusión por parte de quienes estaremos eligiendo, entonces eso recibiremos, propuestas ambiguas y poco estudiadas.

Debemos reconocer los errores del pasado. Tenemos dirigiendo al país un gobierno que llegó sin un plan de gobierno. Lo cual ha marcado la pauta para creer que se puede llegar al poder sin tener propuestas claras. Y vea usted que llevamos cuatro años nadando a la deriva. ¿Estamos dispuestos a seguir sin rumbo?

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