Columnas

Cómo se las gastan

Divi Filius

El caso de ex candidato presidencial Mario Estrada pone de manifiesto la forma cómo no sólo en Guatemala sino cómo en América Latina la clase política  ´se las gasta´ a la hora de un proceso electoral.  La historia no es para nada nueva, pero vuelve a demostrar lo que es el pecado original de buena parte de las democracias en América Latina:  Las ´más que estrechas´  relaciones entre la clase política y el crimen organizado.

El problema, que es de corte estructural, radica fundamentalmente en que los procesos electorales son demasiados caros, en esencia, están privatizados. Lo que obliga entonces, al candidato a recurrir a cualquier fuente de financiamiento para poder ganar una elección.  Si a esto se suma la poca capacidad de fiscalización por parte de las instituciones electorales y fiscalías especializadas, los incentivos racionales aparecen inevitablemente para lo que el dinero de procedencia ilícita se hace parte fundamental de los procesos electorales.  Y no tiene la verdad mucha ciencia, simplemente hay que pensar en lo que para cualquier candidato significan las bolsas y bolsas además de maletas llenas de dinero con las cuales la campaña se facilita.  A decir, ¿Pagar el movimiento de acarreados? ¿El transporte del candidato? ¿Las fiestas de cierre de campaña?  etc..etc..etc.. y tantos aspectos que, en el contexto de campañas que aún son muy tradicionales.   Y en algunos contextos (cómo lo ha mostrado el proceso judicial contra Joaquín Guzmán) las bolsas con millones de dólares simplemente también ´aceitar´  la amistad con el ´señor presidente´.

¿Lo de asesinar rivales políticos?  Basta con darse una vueltecita por México y hacer la matemática de cual es altísimo número de homicidios que toman lugar durante cada proceso electoral. Si no puedes competir contra ellos, mátales ¿Y quién mejor para hacerlo que el crimen organizado?  El crimen organizado vota y veta al mismo tiempo.  Y aunque el caso de Mario Estrada fue una operación encubierta ( lo cual revela la capacidad de la DEA para penetrar las estructuras criminales), lo que se dijo, lo que se pactó y lo que se pensó no deja de ser menos serio.  Aterrador y seguramente no alejado de lo que sucede con candidatos ganadores:  ´Dame dinero ahora, te regalo el país´.  Allí está además, el caso contra Roberto Arzú, requerido por un juzgado federal estadounidense y no hay que dudas, que habrán más.

En Guatemala, la clase política no quería a CICIG e hizo todo lo posible (conjuntamente con sectores del empresariado) para echarle.

Y les ´cayó ´ la DEA.

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David Martínez-Amador

Becario Fulbright del Departamento de Estado Norteamericano. Politólogo, UMASS-Amherst. Investigador Social en las áreas de Consolidación Democrática, Crimen Organizado Transnacional, e impacto del crimen transnacional en la gobernabilidad democrática. Miembro de la Red de Investigadores Latinoamericanos por la Paz y la Democracia ÍNSUMIISOS´ con sede en Ciudad de México. Profesor universitario y consultor. Ha trabajado en Centroamérica, México, Estados Unidos y Canadá.

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