Columnas

Insatisfecho

Emunah

Muchas veces lo que vivimos actualmente no armonizan con lo que algún día soñamos ser, o con las expectativas que visualizamos. Lo que esperábamos vivir comparado con la realidad a veces está separado por una brecha tan ancha que parecieran dos vidas distintas. No hay conflicto cuando la vida actual supera la imaginada, o cuando disfrutamos la vida que nos toco vivir. ¿Pero qué pasa cuando no estamos conforme con la vida actual?

Es allí cuando surge el conflicto, a tal grado que quisiéramos editar nuestra vida porque la consideramos injusta, intolerable o miserable. Todos soñamos con una vida ideal, pero al pasar el tiempo, las limitaciones, los problemas, las malas decisiones, y un sin fin de otras cosas empiezan a podarnos hasta que un día no nos gusta el resultado. Lo que nos hemos convertido no se parece en nada con lo que nos queríamos convertir.

Que niño no soñó alguna vez con ser un ingeniero, un arquitecto, un médico, una modelo, una actriz, un astro del futbol, un policía, un súper héroe, o con un futuro maravilloso. Algunos lograron sus sueños, otros lo superaron; pero la mayoría nos miramos al espejo y no nos gusta lo que vemos. Creo que nadie soñó con estar luchando contra el cáncer, o con una enfermedad crónica. Ninguno anheló estar en una celda fría purgando una condena, o estar atado a una silla de ruedas.

Nadie concibió llegar a convertirse en una madre soltera por el producto de una violación, o de padre irresponsable que sólo quiso vivir el momento. Asimismo ninguno planificó perder a un hijo, a su esposa o simplemente perderlo todo, como lamentablemente muchos lo han echo, ante una tragedia inesperada. Un montón de cosas que sin planearlas o pedirlas llegan a nuestra vida y nos roban el gozo para convertirnos en una persona insatisfecha que se queja de todo.

Cada persona ve y vive la vida de una manera completamente diferente, porque las experiencias de cada una son completamente distintas. La vida no es un viaje en un camino accidentado con una mochila pesada sobre tu espalda que te cansa, te sofoca y te drena las energías y el gozo. La vida tampoco es un viaje placentero en un jardín maravilloso lleno de increíbles paisajes. La vida es enfrentar retos, valorar lo que tienes, aprender de las experiencias, confiar en Dios, y disfrutar del presente, aunque no tengas mucho o nada.

El sabio Salomón dijo: Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol: un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado; un tiempo para para demoler y un tiempo para edificar; un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar. Cual sea tu tiempo, no se te olvide, en confiar en Dios, y en saber que la felicidad no se alcanza mediante la inexistencia de problemas, sino en apreciar lo que realmente importa en la vida.

La vida suele suceder mientras vivimos y si no aprendemos a vivir el día a día disfrutando lo que realmente importa nos la perderemos. Nunca más tendremos un día como hoy, cada día es único. Igualmente nunca tendremos otra vida, por eso debemos hacer que cada día cuente. La Biblia dice que la vida es semejante a dos constructores, uno edifica su casa sobre la roca y otro construye su casa sobre la arena. Ambas son atacadas con tormentas, la diferencia es que la casa sobre rocas sobrevive y la que está sobre la arena se destruye.

A pesar de la enfermedad, a pesar de los sinsabores de la vida, no perdamos el rumbo. Nuestro gozo y fidelidad no debe depender de una buena salud, de nuestra buena economía, o de tener la vida resuelta. No importa qué tan profundo sea el foso en que nos encontremos, siempre hay una nueva oportunidad si confiamos en Dios y en su palabra. Dios dice que él es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

No hay duda que la diferencia entre los sueños que alguna vez tuvimos y nuestra realidad, puede causarnos una frustración muy grande; pero cuando confiamos y descansamos en Dios podremos edificar y construir aun en las situaciones más difíciles. Si bien es cierto que no podemos controlar los infortunios que a veces ocurren, sí podemos decidir mantener la calma, llenarnos de fortaleza, de valentía, y alabar en Dios tanto en los momentos de abundancia como en los momentos de escasez.

Debemos ser agradecidos con lo que Dios nos da en toda situación que atravesemos, Dios siempre tendrá cuidado de nosotros y nunca nos abandonará porque nos ama con amor eterno, y siempre es fiel: “Aunque la higuera no florezca, Ni en las viñas haya frutos, aunque falte el producto del olivo, Y los campos no produzcan alimentos, aunque las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.” Habacuc 3:17-18.

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