Columnas

Volver a la ilustración

Sueños…

Será que la humanidad solamente puede vivir en el caos y la destrucción, estamos condenados a vivir en una lucha eterna por sobrevivir hacia la nada.

¿Perdió la humanidad sus sueños de construir una sociedad mejor?, ¿la visión lineal de los teóricos del desarrollo se ha estropeado con el shock del mundo actual?, ¿los grandes teóricos del futuro creían que la humanidad avanzaba desde la etapa primitiva, pasando por la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo y un sistema incierto llamado socialismo en que la equidad, la igualdad y la bondad serían posibles? Todo fueron ilusiones y sueños rotos. Por lo menos ¿podremos regresar a la ilustración?

En este mundo de redes sociales, en donde un grupo activo y con tiempo puede imponer opiniones y confrontaciones sin fundamento, para desviar a la humanidad de objetivos más orientados a la convivencia pacífica y solidaria entre humanos y con el resto de especies de animales y plantas vivos.

Pareciera que la información es abundante masiva e irrelevante. Mientras más gente participa en los debates más lejos estamos de encontrar una visión clara de cuál es el papel del humano en el planeta, cuál es la tarea esencial de la sociedad y cómo debemos relacionarnos con la naturaleza.

Cuando el pensamiento logró romper las creencias, y la ciencia parecía que orientaría a la humanidad hacia la sabiduría, la crítica y la disensión, generando avances en el conocimiento del universo, la naturaleza y la sociedad la humanidad alumbró la ilustración.

John Locke en su carta sobre la tolerancia pensaba en un mundo de convivencia y confrontación de las ideas en forma libre y abierta. La gloriosa revolución inglesa de 1688 inició la larga etapa de consolidación de la sociedad civil sobre los poderes del Estado y la iglesia. Lucha que se renueva en cada nueva generación. Su continuidad con las revoluciones francesa de 1789 y rusa de 1917 han sido pasos adelante, seguidos siempre de sangrientos retrocesos.

En el documento Open-Mind, Diana Owen, replantea el sueño de un conocimiento libre y dinámico, en la búsqueda de la verdad para alcanzar la convivencia con la naturaleza y entre todos los seres humanos.

En una década trascendente, la sutil pensadora nos dice que en las últimas dos décadas las redes sociales se han convertido en poderosas herramientas políticas, que influyen en las campañas políticas e ideológicas, sino que se transforman en instrumentos para influir en el comportamiento de las masas sociales y la conducción de los gobiernos.

Estas redes son capaces de generar pensamiento, y convertir los debates en acciones coyunturales sin sentido estratégico. La gente toma posiciones en torno a grandes temas y debates sin entender de qué se trata la esencia del asunto. El que promociona más y con mayor efecto sentimental logra que la gente se mueva en direcciones injustificadas. Es un mundo de marionetas, en que los hilos los mueven las pasiones y la visión imaginaria de un colectivo con capacidad de comunicarse sin contenido.

Diana Owen explora tres tendencias de los medios modernos de comunicación y su impacto en la gobernabilidad. Primero, la información no proviene de investigación científica o periodística; la gente se informa en medios informales pero masivos; cualquier cosa que nos cuente o mencione Facebook, Twitter, Instagram o cualquier otro se convierte en el nuevo tótem, el nuevo gurú al que seguimos sin cuestionarlo. Segundo, Twitter es el medio directo en donde la dirigencia política da a conocer sus visiones, estrategias y toma de decisiones; un presidente puede orientar una nación en una dirección en la mañana, y en la tarde cambiar de parecer y darle a su propio país orientaciones en sentido contrario. Trump es el gran ejemplo de estos cambios de motivación. Tercero, desaparecen los medios de información locales, todo se convierte en un modelo informativo universal, las noticias de las cadenas monopolísticas orientan a los ciudadanos en la dirección de los intereses de determinados grupos de poder financiero, político, militar o económico, no hay lugar para la comprensión, ni para la crítica y autocrítica. El gran hermano se ha impuesto a una masa sin cerebro.

El gran reto consiste en responder: ¿podremos construir una visión compartida de una sociedad solidaria y de convivencia con la naturaleza?, o simplemente seres instrumentos de una alocada carrera de producción, consumo masivo innecesario, destrucción del medio ambiente, destrucción criminal del resto de especies y exterminación de las condiciones de vida en el planeta. ¿Podremos sustituir la intrascendente lucha por mis intereses por una visión de un ser humano amigo de la naturaleza y de la vida en el planeta? ¿Cuál será la verdadera naturaleza del ser humano?

Vivimos en un mundo con gran potencialidad. Una inmensa mayoría de los seres humanos alcanzó la gloria. No solo podemos acceder a cualquier documento e información, podemos transformarlos y cambiar su contenido y difundirlo como cierto, sin dejar de ser relativamente correcto. El público puede reaccionar al instante a eventos políticos, puede transformar la información de eventos reales, cada uno de nosotros puede aportar sus propias noticias, imágenes, y contenidos. Se puede manipular la consciencia y actitud de miles de personas haciéndolas partícipes de interpretaciones antojadizas. Todo un mundo nuevo.

Estas tendencias de las redes sociales hacen obsoletos los partidos políticos, que son una base legal simple para inscribir candidaturas a puestos de gobierno. Los partidos se quedan vacíos de ideologías o estrategias, son solo plataformas electorales que fenecen.

TEXTO PARA COLUMNISTA

Lea más del autor: https://elsiglo.com.gt/2019/07/04/la-democracia-nunca-muere/

Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

Avatar de Cristobal Pérez-Jerez