Columnas

Competencias para la educación ciudadana

Nueva Sociedad

Este año, 2019, el proceso electoral y los problemas que se están presentando en todo el país    están generando una serie de lecciones que tienen que ser retomadas y superadas, lo más pronto posible, para fortalecer e institucionalizar (hacer perdurable en el tiempo) un sistema democrático transparente y sólido. Una alternativa es la formación y educación para la democracia, por medio de la construcción de competencias  educativas y ciudadanas en toda la población. Se requiere conocer y utilizar, experiencias exitosas donde realmente se dan procesos electorales democráticos en los que la población tiene una tradición de participación y dirección; complementado y ampliado con el estudio y desarrollo de conceptos y teorías sobre las competencias educativas y ciudadanas. Una buena práctica es hacer referencia a autores de gran actualidad en estos temas como es por ejemplo Vander Blig u. a., quién en el 2002 hizo una importante relación entre democracia y educación  desde la teoría educativa de la competencias.  Se cita aquí pues es muy oportuno dar algunas pistas para iniciar el camino de la superación de este enorme lastre en Guatemala.

Una competencia es definida por Vander Blig u. a. como  “la habilidad de actuar de manera responsable y adecuada en un determinado contexto”.  Y la formación ciudadana es “la habilidad de actuar de manera integral relacionando conocimientos complejos, aptitudes y actitudes”. La educación debe formar ciudadanos (as) responsables capaces de conocer e interpretar situaciones, a partir de desplegar conocimientos que explique el contexto que estudia, basado en los valores ciudadanos. Significa que el estudiante tiene que ser  formado como persona y como ciudadano (a). Valora con capacidad cognitiva y práctica. Entiende, capta y aplica los contenidos que obtiene sobre diferentes experiencias políticas que experimenta en su vida cotidiana y en su práctica escolar. El aprendizaje lo hace ser sujeto cognoscente capaz de criticar, cuestionar y plantearse la problemática ciudadana, así como  procesar  respuestas para los escenarios conocidos o  nuevos

La educación ciudadana es necesaria para el fortalecimiento de los valores fundamentales democráticos, de fondo: la participación y la acción ciudadana. Estos han sido debilitados con prácticas que riñen con la moral y con el pasar del tiempo en este país. Para superar esta problemática, que cada día se profundiza más, urge la  promoción de aprendizajes que permitan el fortalecimiento de una conciencia de compromiso con el bienestar nacional que incida en el desarrollo democrático y en la disminución de las brechas y las diferencias socioeconómicas que cada día aumentan  entre la población. Con este objetivo, la UNESCO, en el año 1998, redefinió la función de las escuelas, en el sentido de lo que la sociedad espera que estas instituciones refuercen sus funciones para apuntalar y crear una sociedad nueva y no violenta. Perfila el porvenir  como un contexto educativo generador y formador con posibilidades de aplicar, recrear y distribuir los conocimientos científicos y tecnológicos entre los más amplios sectores de la sociedad.

Para este autor, la responsabilidad social de la educación es el compromiso que asume el maestro al vincular y construir conocimiento para generar desarrollo en personas críticas y útiles a la sociedad, autónomas de pensamiento, capaces de decidir, accionar y tolerar acorde con el fortalecimiento de competencias específicas como: 1) habilidad de trabajar en equipo, 2) Habilidad para el trabajo independiente y de autogestión, 3) disponibilidad para esforzarse, 4) habilidad de comunicación, 5) conocimientos profesionales amplios, 6) sentido de responsabilidad, 7) habilidad de analizar y decidir, y, 8) orientación al éxito.

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