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Atención al mundo virtual-internet

Descubrir las Raíces

Hace un tiempo fue famosa la historia de un inmigrante italiano en París, que escaló cuatro pisos y salvó a un niño de caer al vacío, y que tuvo otro protagonista sobre el que los focos apenas se fijaron: el padre del menor. ¿Dónde estaba mientras el peligro acechaba a su hijo? Jugando al Pokémon Go y “cazando” criaturas virtuales por la calle. ¿Un padre irresponsable… o un enfermo?

Una vez registrada la adicción a los videojuegos, se espera que los países lo tomen en cuenta a la hora de planificar sus estrategias de salud, y que lo contemplen en su cobertura sanitaria

Justo ese hábito, de postergar o no prestar atención a los deberes urgentes por priorizar el videojuego, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ha tomado en cuenta para declarar un nuevo trastorno, el de adicción a los juegos virtuales, e incluirlo en su Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD, por sus siglas en inglés).

La definición del trastorno, que la ICD registra oficialmente desde este momento y que entrará en vigor en 2022, subraya que se puede constatar la presencia de la afección cuando el individuo pierde el control sobre el tiempo que dedica al videojuego y le da precedencia sobre otras actividades diarias, incluso a pesar de las consecuencias negativas que ello puede acarrearle en lo personal y en sus relaciones familiares, sociales, laborales, etc., durante un período de al menos 12 meses

Tema que, con otras matizaciones se ha estado tocando recientemente. Un estudio de familyandmedia.eu se refiere a la desintoxicación digital, un término nuevo que se está integrando a nuestro vocabulario, y que indica la voluntad determinada de mantener una relación sana y equilibrada con los instrumentos digitales, evitando cualquier tipo de exceso y de adicción no saludable.

Porque la tecnología es un bien, pero es necesario saber manejarla. Esto es la desintoxicación digital: poner la experiencia digital en el lugar adecuado, poner calma en los ritmos y los tiempos de su consumo, tomarse, si es necesario, una pausa de reflexión. Es un trabajo que cada uno debe hacer en su interior.

Y se dan algunas ideas para ello. El punto de partida es saber en qué nivel de dependencia se encuentra uno.  Por ejemplo contar cuántas veces al día toma el smartphone sin real necesidad, cuántas veces se conecta a las redes sociales y qué tiempo se pasa en la tableta o la computadora: el estado real de dependencia. Por supuesto, no se refiere aquí a una dedicación laboral.

Otra cosa práctica es poner distancia física -no sólo mental. No se refiere aquí  a la dedicación profesional, entre uno y sus instrumentos. Por ejemplo, nada de celular después de –por ejemplo- las 8 de la noche; evitar tenerlo encendido por la noche y como se ha comentado, el poner la tablet sobre la mesa familiar no sólo hemos favorecido esta una adición, sino también una sustitución. La comida familiar, es por excelencia lugar de reencuentro, de hospitalidad… y la tablet nos puede aislar: y puede sustituir a la fuerza atractiva de la mesa familiar.

La separación física de los dispositivos nos conducirá a una dependencia cada vez menor. Si se empieza a no sentir molestia de sentir tu smartphone al lado… estamos en el buen camino. Otra ayuda es establecer “zonas no digitales” personales: por ejemplo en la habitación o el baño. O en la mesa y en la cocina.

Sin duda la comunicación digital es un logro fantástico y algo ya necesario; pero es bueno considerar este peligro de adición y sus consecuencias. Y que no sólo puede afectar a jóvenes sino también a los mayores.

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