Cultura

Fin de temporada

Cada fin de temporada los elencos se llevan a sus hogares una sumatoria de experiencias muy diferente a las percibidas por el público. La relación profesional entre artistas siempre es enriquecedora. Aunado a la sumatoria de emociones, la dinámica entre actores, directores, técnicos y las particularidades que ofrece cada sala teatral, hay algo que va de la mano del sentimiento que provoca el cierre del telón. La obra, viva hasta el momento final, entra en letargo hasta que una nueva compañía la interprete en otra versión única e irrepetible. Somos los creadores escénicos, una familia unida por la solidaridad, los avatares de la fragilidad del sistema y el claro entendimiento que el hecho se debe realizar a toda costa.

El pasado 13 de marzo cerramos oficialmente la temporada de Las brujas de Salem, trabajo original de Arthur Miller. Cuando el productor Luis López Bautista me puso sobre el escritorio el guion original, en sustitución de otra obra que ya no íbamos a poder llevar a escena, pensé literalmente que estaba completamente loco. En estos tiempos son muy particulares las concepciones que duran más de hora y media y esta se acercaba, si no es que las superaba, a las tres horas en lectura corrida. Por condescender le indiqué que, si lograba adaptarla, quizás. Como tiene el mismo carácter de mi difunta madre no me dio tregua hasta que empecé a trabajar en una nueva posible versión. Menos mal, entre todos los involucrados conseguimos hacer un trabajo digno y bendecido por la asistencia del público.

Las brujas de Salem queda en mi historial como un trabajo lleno de particularidades cuya dimensión marca un antes y un después en mi carrera como director. El elenco no pudo haber sido mejor seleccionado. Todos aportaron su experiencia y rango a la visión de conjunto. Como grupo solo puedo decir que la cohesión magnificó los contenidos de la versión. Misma que fue ejecutada con características que solo se pueden desarrollar desde el mérito de una técnica depurada y cimentada desde el procedimiento del método. Veintiuna almas, a las que se sumó la Escuela de Visagismo de la Universidad Galileo, es un lujo que solo las compañías extranjeras o las subvencionadas pueden darse. Queda esta columna, entonces, como registro de la jornada.

Redacción

Equipo de redacción

Avatar de Redacción