Editoriales

Incongruencia entre el discurso y los hechos

Octubre de 2015 quedará en la memoria de las y los guatemaltecos como un mes de conmoción y solidaridad: el deslave que sepultó la colonia El Cambray II, del municipio de Santa Catarina Pinula, sacudió la conciencia ciudadana, despertando un espíritu de ayuda a quienes sobrevivieron a la tragedia.

De acuerdo con el Informe Anual Circunstanciado del Procurador de los Derechos Humanos, correspondiente a 2015, el alud provocó la muerte de 202 personas, 522 pobladores afectados, 495 evacuados e igual número de habitantes albergados, 70 personas desaparecidas, 27 heridas, 34 rescatadas con vida y 70 viviendas soterradas, además de 111 viviendas en riesgo.

Han pasado seis meses desde que se produjo aquella pesadilla. Las víctimas mortales y las personas desaparecidas viven en la memoria de sus deudos sobrevivientes, pero la sociedad, el país y en especial las autoridades gubernamentales, corroboran la triste verdad del olvido y el abandono.

Mientras la tragedia de El Cambray II fue motivo de atención por parte de los medios de comunicación social y, en consecuencia, oportunidad para figurar, para vitrinearse, menudearon los ofrecimientos de apoyo.

Recordamos al que fuera presidente provisional, Alejandro Maldonado Aguirre, comprometiéndose a que “antes de Navidad” se entregaría el complejo habitacional adonde serían trasladados los sobrevivientes.

Pasó Noche Buena, pasó Año Nuevo, hubo cambio de gobierno, pasó la Semana Santa, pasó ya un semestre y ¿qué pasó con aquellos ofrecimientos? Quienes fueron habitantes y después sobrevivientes, ahora son los olvidados de El Cambray II.

La construcción del proyecto habitacional Mi Querida Familia sigue afectada por el intermitente flujo de recursos; mientras tanto, 84 grupos familiares continúan esperando la entrega de las viviendas.

Una parte de ellas, 23 familias, siguen en un albergue y el resto encontraron acomodo provisional, ya sea alquilando o recibiendo la solidaridad de familiares o vecinos. El subsidio ofrecido para la renta de residencias temporales fue entregado una sola vez y el plazo para su finalización, un semestre, está por cumplirse.

En otras palabras, estamos ante el típico caso de incumplimiento reiterado de los ofrecimientos gubernamentales: es la incongruencia entre el discurso, lleno de solidaridad del diente al labio, y los hechos.

Desde que se inventaron los pretextos, todo puede ser explicado. Pero lo que resulta evidente es no solo la consabida ineficacia burocrática del Estado, sino la precariedad de las finanzas públicas y la falta de sensibilidad de un gobierno incapaz de honrar los compromisos adquiridos por su predecesor.

Hace pocos días vimos el show de los ofrecimientos para la reconstrucción del mercado La Terminal. Los inquilinos y los damnificados de los incendios allí ocurridos, harían bien en preguntar a los sobrevivientes de El Cambray II cuál es el sabor de la demagogia y el olvido.

Redacción

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