Columnas

Investigación y comunicación (5)

José (Chepe) Ascoli

Presidente de advancement

La necesidad de “comunicar” los objetivos y la estrategia de una empresa o una marca es el factor fundamental para que dicha comunicación llegue de manera adecuada y oportuna a los Clientes. Comunicar no quiere decir “enunciar”, comunicar debe ser sinónimo de lograr la aceptación de lo que se comunica y, luego de ello, lograr que las personas a quienes se comunica se “convenzan” de la necesidad de ejecutar lo que se les haya “enunciado”. En mi opinión existen dos formas de lograr una comunicación efectiva: (1) cuando por medio del diálogo logro convencer a los receptores sobre el tema en cuestión y (2) cuando los receptores aceptan, de manera voluntaria  haciendo uso de la libertad  lo que se les está transmitiendo.

Un buen proceso de comunicación implica, inicialmente, conocer muy bien la “cultura” y los “valores” del o los receptores… tenemos que entender que un buen proceso de comunicación  implica aceptar que tenemos que ser “empáticos” con los receptores; implica que debemos identificarnos con lo que ellos estarían entendiendo… referirse a una pelota de futbol, por ejemplo, es referirse a una pelota “redonda” en Latinoamérica y Europa y, esta forma, no es la que alguien vislumbra en Estados Unidos o Australia. Tenemos que entender con claridad el significado de las palabras que se van a utilizar a efectos de evitar “malosentendidos”. Por supuesto, lo primero que se debe definir cuando uno quiere establecer un verdadero proceso de comunicación, es el “mensaje” es establecer con claridad lo que se quiere decir, lo que se quiere transmitir. La escogencia del mensaje es crucial… se dice que Winston Churchill (en mi opinión, uno de los mejores comunicadores del siglo pasado), dedicaba entre tres y cuatro horas a preparar sus “discursos” de “pocos minutos”… en una ocasión escuché una anécdota sobre una carta de cinco hojas que una novia escribió a su novio y, al terminar, indicaba lo siguiente: “Te pido disculpas por lo largo de esta carta… no tuve tiempo de escribirte una corta…”.

En una empresa, una efectiva comunicación sobre los beneficios de un producto comienza, precisamente, con una buena comunicación sobre estos beneficios al personal de la empresa… será el personal de la empresa el personal que se encargará de comunicar estos beneficios a los Clientes… si el personal de la empresa no conoce, acepta y se compromete, los clientes jamás recibirán el mensaje correcto y, con ello, se perderán grandes oportunidades de negocio. Un buen proceso de comunicación, entonces, implica: (1) conocer muy bien a los receptores potenciales, (2) definir un mensaje claro y conciso, (3) escoger un medio y un lenguaje adecuado para que sea entendible por los receptores, (4) promover la retroalimentación necesaria para determinar si el mensaje enviado fue “entendido” correctamente por los receptores, (5) determinar si los receptores no solamente hayan entendido sino acepten y se convenzan del contenido del mensaje.

Si todas las personas tuvieran la misma información sobre un asunto, muy probablemente estas personas llegarían a las mismas conclusiones; el problema es que no todas las personas tienen la misma información al mismo tiempo… ello se logra por medio de un adecuado y oportuno, aparte de veraz y comprobable, sistema de comunicación.

Los efectivos procesos de comunicación deben, también, se procesos que tiendan a encontrar la verdad y a elevar la dignidad de las personas… no es válido utilizar los procesos de comunicación para que, a través de la repetición de mensajes “erróneos” o “no veraces”, o a través de “palabrería” (ya no digamos de mentiras), se trate de “vender” ideas que no se apeguen a la verdad o que no ayuden a elevar la dignidad de las personas… no es válido, de hecho es inmoral, seguir aquel dicho tan mencionado durante el caudillismo de Hitler: una mentira dicha mil veces se convierte en verdad. La responsabilidad de un “comunicador” descansa en su compromiso para con la verdad…

Un buen proceso de comunicación implica, inicialmente, conocer muy bien la “cultura” y los “valores” del o los receptores