Depredación
El patrimonio de los guatemaltecos se sigue perdiendo irremediablemente. Hemos pasado los últimos años lamentando, al menos los que entendemos un poco de arte, por la dimensión de las pérdidas. Las fortalezas que alimentan la historia del arte de Guatemala precolombino, colonial y contemporáneo, van desapareciendo de a poco, sin que se pueda hacer nada por detener ese expolio continuo de los ladrones. Estos parecieran burlarse del pueblo con su audacia e impunidad.
En esta ocasión le tocó el turno a la cabeza de José Batres Montúfar. Pieza visible y particular de la estatuaria modernista chapina de principios de siglo XX. Escultura que, por una serie de características, tiene sus orígenes en los movimientos creativos parisinos del último cuarto del decimonono. Tendencias que se filtran al país con el influjo otorgado a las artes durante el mandato de José María Reyna Barrios (1892-1897).
Del autor, Santiago González, se conoce muy poco en el presente. Sin embargo, en su momento de acción, fue uno de los escultores más influyentes por su decisivo papel como maestro de artistas señeros del arte nacional: Agustín Iriarte, Rafael Rodríguez Padilla, Rafael Yela Günther, Hernán Martínez Sobral, Carlos Valenti y Emilio Valenti, entre otros creadores que definieron el camino de la producción creativa guatemalteca.
Respecto al bronce siniestrado hay que ir al 28 de agosto de 1908, cuando por decreto gubernativo se dispuso la celebración oficial del primer centenario del nacimiento del poeta Batres Montúfar. En éste se hace la primera referencia del busto. El 19 de marzo de 1909 se inaugura el trabajo en la plaza del teatro Colón y se hace circular una edición escrita de las obras del poeta. Curiosamente la pieza fue robada en marzo.
El bulto fue fundido por Antonio Doninelli y los detalles arquitectónicos cuidados por Valentín Bressani cuyo taller se encontraba al final del Callejón Variedades y para quienes trabajaba González. Los dos primeros fundieron la segunda copia, ya que la del teatro Colón quedó destruida con los terremotos de 1917/18 y González había fallecido el 3 de septiembre de 1909 en la casa de los Yela Montenegro. No todo está perdido; existe una copia en la entrada de la Hemeroteca Nacional y de la misma se puede hacer un molde para sustituir la robada.