Columnas

Maltrato infantil

En su intento publicitario para no hacer ostensible la ausencia de acción pública frente a los grandes problemas del país, al presidente Morales se le ha dado por realizar contundentes actos de maltrato infantil. Las fotográfias en las que se muestran niños sudorosos, agotados, desesperados por largas horas bajo el sol a su espera y durante sus populacheros discursos no solo son evidencias del uso político de los niños para actividades proselitistas sino, lo más ofensivo, de maltrato inmisericorde de parte del presidente y sus equipos de promoción, a los niños de las escuelas públicas.

La Procuradoría de los Derechos Humanos, así como el Ministerio Público deben inmediatamente tomar cartas en el asunto, pues la Ley contra la violencia sexual, explotación y trata de personas, al adicionar el Artículo 150 Bis al Código Penal estableció que “quien mediante cualquier acción u omisión provoque a una persona menor de edad (…) daño físico, psicológico, enfermedad o coloque al niño en grave riesgo de padecerlos, será sancionado con prisión de dos a cinco años”.

En el caso tan difundido está más que tipificado el delito de maltrato infantil, pues más allá de los efectos que a la salud de los niños puede producir su exposición a altas temperaturas sin ninguna protección, la humillación sufrida al impedírseles protegerse adecuadamente es un daño psicológico e ideológico más que severo.

Los niños estaban allí contra su voluntad, sin mayor posibilidad para decidir cómo y dónde protegerse. Resulta notorio, además, que los maestros fueron obligados a proceder de tal forma, ante la impuntualidad de la comitiva presidencial. Los maestros organizaron las actividades para el horario convenido, sin embargo, en un acto del mayor irrespeto a la dignidad de los niños y niñas de los establecimientos visitados, la comitiva presidencial llegó con varias horas de atraso.

En la actividad realizada en la Escuela Oficial Urbana Mixta No. 31, zona 5 de Mixco el presidente, a diferencia de los niños que le servían de “extras” para su acto de entrega de pupitres producidos de manera poco transparente por la Industria Militar, permaneció cubierto por un toldo que evitaba que él y sus acompañantes sufriera los efectos del sol. A nadie de la comitiva se le ocurrió pensar que si ellos se cubrían del sol, igual situación deberían vivir los niños, quienes no habían viajado como ellos en autos con el aire acondicionado a todo volumen. La humillación a los niños es evidente, pues se les mostró que el poderoso puede protegerse, no así el humilde, más aún si es niño.

La escuela mixqueña, una de las menos carentes de la zona, recibió el donativo de los innecesarios pupitres en un acto alejado de toda planificación que permita efectivamente resolver las serias dificultades del sistema escolar. Pero, no obstante todo el aparato publicitario del que el actual Presidente se ha proveído, en medios de comunicación independientes ha sido posible escuchar la voz de niños que abiertamente reclaman por qué en su escuela, insistimos, una de las mejor equipadas de la zona, los servicios sanitarios no funcionan, el agua potable es escasa y, además, en tiempo de lluvia se inundan.

El presidente quiere a toda costa trasladar la solución de los problemas a los afectados, por lo que en otra escuela, quiso ofrecer como solución a la falta de mínimas condiciones expresada a viva voz por un niño, que el Estado pusiera parte de los recursos y padres y maestros el resto, a lo que el alumno timidamente se opuso, argumentando que unos y otros no tendrían por qué hacerlo. Si el presidente no tiene porqué pagar de su bolsillo el carro blindado que le conduce, o el equipo electrónico desde el que supuestamente trabaja, los maestros no tienen por qué transmutarse en albañiles y los padres de familia en proveer a la escuela de sus hijos una infraestructura que otros tienen, a través de los recursos públicos.

Tal parece que el presidente aún no aprendido que no solo él tiene derecho a protegerse del sol, a tener aire acondicionado y condiciones adecuadas para desarrollar su trabajo, y que los niños, sobre todo los más pobres, no pueden ser usados como “extras” en el show que él insiste en continuar realizando.

Tal parece que el Presidente aún no ha aprendido que no sólo él tiene derecho a protegerse del sol, a tener aire acondicionado y condiciones adecuadas para desarrollar su trabajo