Editoriales

¿Pasividad o respuesta al clamor popular?

Una jornada intensa de movilización social culminó ayer, con el recorrido por calles y avenidas de esta capital de las y los participantes en la Marcha por el Agua, la Madre Tierra, el Territorio y la Vida, acompañados por contingentes de estudiantes, pobladores urbanos y activistas de la sociedad civil.

Convocada por la Asamblea Social y Popular (ASP), la marcha parece haber alcanzado algunos de sus objetivos implícitos. Uno de ellos, bastante evidente, fue reposicionar a la propia ASP como un actor sociopolítico independiente en el tablero de la coyuntura nacional de crisis, abierta desde 2015.

Desde esta perspectiva, la demostración de capacidad movilizadora y flexibilidad táctica para abanderar una lucha incluyente, reclamando un derecho muy sentido para un amplio espectro social, permite a la ASP recordar a sus aliados del movimiento social urbano, aún informe y disperso, que en los procesos de articulación por venir debe tenerse en cuenta a esta verdadera Guatemala profunda, que llegó de lejos a costa de un gran esfuerzo humano para sacudir las conciencias citadinas, adormecidas por los espectáculos mediáticos urdidos en las alturas como ilusionismos de cambio gatopardista.

Ante el discreto mutis de la Plataforma Nacional para la Reforma del Estado, de la cual formó parte activa la ASP, esta última recupera la herramienta de la movilización social, acaso prefigurando el fin de reflujo observado después del paro nacional del 27 de agosto de 2015.

No menos importante es haber puesto en la agenda nacional no solamente la impostergable necesidad de atender la conflictividad social y económica en torno al agua, sino de un conjunto de asuntos conectados entre sí, como la degradación y vulnerabilidad ambientales, que mantienen en riesgo latente la vida y la seguridad humana de millones de personas en todo el país.

Por lo menos, los organizadores de la marcha lograron ser atendidos, separadamente, por representantes de los tres poderes del Estado, quienes, según su propio ámbito de competencias y estilo institucional, cumplieron con el ritual de recibir los pliegos petitorios. La pregunta obligada es si la formalidad de atender a los líderes de este movimiento social irá más allá o se volverá a la concebida práctica de darle largas a los asuntos planteados que, siendo de la mayor sensibilidad social y política, derivan en grises expedientes burocráticos.

Quien tenga la tentación de ganar tiempo para incumplir sus ofrecimientos  y apostar por la desmemoria, debería encontrar cómo informarse sobre el ánimo y la claridad de propósitos de quienes vinieron ayer, después de caminar cientos de kilómetros: si hicieron ese sacrificio, seguro están dispuestos a otros mayores. Pero más importante, no están dispuestos a ser engañados otra vez.

Redacción

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