Festejo de oficiales, olvido de maestros
El calendario cívico guatemalteco incluye en junio dos efemérides importantes, la del 25, que se dedica al magisterio nacional y cuando se conmemora el asesinato de la maestra María Chinchilla, que dio lugar al inicio del fin de la dictadura de Jorge Ubico, y la del 30, que se remonta al triunfo en 1871 del Ejército liberal comandado por Justo Rufino Barrios sobre las tropas oficiales del Ejército guatemalteco al servicio del régimen conservador. Ante la imposibilidad de encontrar una fecha que permitiera identificar al Ejército de Guatemala con los ideales de libertad y democracia, en 1959 el públicamente corrupto régimen ydigorista estableció el Día del Ejército, que seis años más tarde, Julio César Méndez oficializó el 30 de junio.
El gobierno de Jimmy Morales-FCN decidió dejar claro desde ya cuáles son sus prioridades y sus consentidos, dedicando a la celebración del Día del Ejército toda la pompa y lujo que los regímenes dictatoriales tienen asignados a los oficiales que los mantienen en el poder. Asustado con el petate del muerto de que hay actores internos y externos que lo quieren fuera, el actual presidente ha optado por reposar en los brazos de la alta oficialidad del Ejército, a la que estuvo dedicada la fastuosa fiesta “privada” que el viernes 24 se realizó en los patios y salones del Palacio Nacional de la Cultura.
Con riguroso uniforme de gala, la élite militar se congregó entusiasta alrededor de su comandante general, quien, asustado por esos mismos asesores, optó por no asistir en La Habana al trascendental acto de la firma de la Paz en Colombia, pues quienes ven comunistas hasta en la sopa de macuyes quieren revivir conflictos pasados para continuar enriqueciéndose a sus costas.
Estuvieron acompañados por sus legítimas esposas e hijas, quienes vestían largos y lujosos trajes de noche, quedando prohibida la presencia de amantes y concubinas. La Orquesta Sinfónica Marcial y las marimbas del Ejército ofrecieron el variado programa de Metales y Maderas, seguido del brindis que con los mejores vinos y licores se agasajó a la alta oficialidad. No se incurrió en ningún gasto extra, afirman los voceros del Ejército y Presidencia de la República, lo que hace suponer que las cavas de unos y otros rebosan de vinos y licores finos, propios para una celebración como esa. Igual puede decirse de los canapés y las tapas, que con gusto y elegancia fueron servidos a los invitados. Nadie que no fuera próximo o allegado a los altos oficiales del Ejército pudo estar presente, por lo que no se tienen reportajes independientes sobre la prédica apostólica que muy posiblemente el presidente Morales dedicó a sus agasajados.
Hay que dejar claro que no se celebró a los miembros del Ejército, pues los soldados, especialistas y oficiales de baja graduación que patrullan cansados calles y callejones, comieron como siempre los duros frijoles del rancho de sus cuarteles. Apenas si tuvieron acceso al menú “para guardaespaldas” los conductores y miembros de la seguridad de los agasajados, quienes llegaron en lujosos vehículos oficiales y privados, todos de modelos recientes y movidos con combustible pagado por el erario público.
La fiesta fue memorable. Nadie allí recordó que los dos anteriores ministros de la Defensa están detenidos por asociación ilícita, y que si realizaron negocios turbios fue porque dentro del Ejército se dan las condiciones y existen los cómplices suficientes y necesarios. La opacidad en el manejo del presupuesto del Ejército y Ministerio de la Defensa bajo una supuesta seguridad nacional permite tales ilícitos.
A los maestros, por su parte, se les agasajó como de costumbre. Con un actito breve en el que se reconoció la labor de cuatro mentores, y donde el predicador presidente lamentó que la situación de la infraestructura escolar sea tan precaria y se retiró más pronto que como llegó, pues otros actos igual de rápidos e insulsos apretaban su agenda.
Todo evidencia que en la Albania del capitalismo del siglo XXI, en que a Guatemala quieren convertir los neoliberales económicos y neoconservadores políticos y sociales, tener contentos a los oficiales del Ejército es mucho más importante que reivindicar con énfasis y propuestas serias la labor del magisterio. El Enver Hoxha del trópico capitalista parece estar surgiendo.
El gobierno de Jimmy Morales-FCN decidió dejar claro desde ya cuáles son sus prioridades y sus consentidos.