La luna de fresa
A principios de esta semana varios medios electrónicos publicaron la noticia de que se daría una luna fresa, poniéndolo como un fenómeno extraordinario que se dio hace 67 años. Por la forma en que se redactó la noticia creó gran expectativa, porque muchas personas pensaron que la luna se miraría color fresa, y hubo algunas que hasta la reportaron con tonalidades rosadas.
Hablemos de qué es verdad y qué fue exageración. Verdad es que este fenómeno denominado luna de la fresa (y no luna fresa) es cuando ocurre una luna llena en el solsticio de verano, que es el comienzo del verano en el hemisferio norte y el invierno en el hemisferio sur. Exageración es que se vea color fresa o rosada, o rojiza, pues eso solo ocurre cuando hay un eclipse total de luna.
El origen del concepto de luna de la fresa o strawberry moon se remonta al siglo 11 de nuestra era, utilizado en las regiones del norte de América por la tribu de los algonquinos, cuyo nombre significa nuestros aliados, los cuales vivían en los territorios de Quebec, en la costa este de lo que hoy es Canadá, la bahía de Hudson, y se extendieron al norte de EE. UU., en la parte de los Grandes Lagos.
Los algonquinos fueron las primeras personas que vivieron en lo que hoy es Nueva York; son los verdaderos ancestros de los neoyorquinos. Eran parte de un gran grupo que hablaba la misma lengua, estaban divididos en células familiares y cada una se llamaba a sí misma por el lugar o área geográfica donde vivían.
Los algonquinos practicaban el animismo, es decir, creían que todas las cosas de la naturaleza tenían espíritus que podían hacer el mal y el bien. Ellos llamaban a estos espíritus manitú. Los manitú les enseñaron como construir casas, cultivar el maíz, las frutas y el uso del fuego. Cuando estos espíritus se enojaban, traían tormentas terribles o hacían trucos sobre los cazadores para que fallaran con sus presas.
Sus festivales eran dos veces al año: en primavera, cuando se les daba gracias a los manitú por la nueva temporada, y en el verano, después de la maduración de los frutos, especialmente las fresas. Si la luna llena aparecía coincidiendo con el inicio del verano, le llamaban luna de la fresa, porque era la señal para recoger la cosecha de fresa y otros frutos.
Cabe decir que la luna de la fresa no tiene características especiales ni coloración distinta a la de cualquier luna llena. Simplemente era una celebración de que la luna salía en la noche del día más largo del año. El solsticio de verano ocurre el 21 de junio, pero cuando es un año bisiesto ocurre el 20, como es el caso del año actual.
Actualmente la fresa se sigue cultivando en Canadá y norte de EE. UU. Se sabe que no es sensible a las variaciones de la luz, pero sí responde a los rangos de temperatura. Es así como con temperaturas de entre 2ºC y 29ºC fructifica continuamente en estas regiones desde junio hasta noviembre. La luna de la fresa nos recuerda a los antiguos algonquinos con sus penachos, sus cantos y creencias, y quién sabe, quizá los manitú sigan vagando en las praderas, agradecidos por esas celebraciones.