Sin patria, pero sin amo
La frase de Martí suena ahora y aquí doblemente exigente. Queremos patria, que ya no tenemos porque la han despedazado y de sus pedazos ha surgido un amo.
Ya no nos demos pajas, dicen los muchachos. Efectivamente, dejar de hacerlo implica que aceptemos que tenemos amo y que nos han dejado sin patria por toda la situación actual. Algunos le llaman show mediático; otros, en el lenguaje de Cervantes le dicen circo. Sin embargo, hay quienes le llaman revolución, avance democrático; liberarnos de los corruptos y malos funcionarios. Variantes sobre el mismo tema. Sueños de verano, fumadas de cannabis, líneas de polvo blanco que generan dólares para dar a los partidos polítiqueros, cerrar los ojos a la cruda realidad que vivimos.
El Estado fallido, que tanto advertimos nos convertiríamos a pasos agigantados, es un hecho. Le llamamos también Estado podrido. Con los anticuerpos que durante 36 años sembraron sobre nosotros, fuimos ignorados en esas advertencias, y más aún, cuando hace dos o tres años, en esta misma columna llamamos a cerrar filas para tener un país digno y no un desastre. Guatemala merece un mejor destino, afirmamos. Nadie nos peló. Debemos unirnos o nos hundimos todos en este barco que naufraga. Todo el proceso de descomposición que vino desde antes de ser electo el gobierno patriota se agudizó con su llegada al poder y contra el cual luchamos desde nuestras trincheras en las comunidades, sobre todo en Teculután, Zacapa, evidenció que los guatemaltecos debíamos encabezar el cambio que nos ofrecieron y que no fue el esperado. Llegaron a robar con mano dura y no contra la delincuencia, sino actuando como tales. No puede nadie estar de acuerdo con darles impunidad a los corruptos, pero no a costa de nuestra dignidad patriótica y aceptando de buena gana un amo que nos dice qué cambiar o a quién procesar o dejar de hacerlo.
En el orden de prioridades de la Embajada norteamericana la soberanía es lo último. Para nosotros la soberanía es nuestra prioridad primerísima. No podemos aceptar el mismo amo que en 1954 invadió el país, derrocó a un gobierno legítimo respaldado por elecciones libres e impecables. Continuó defendiendo el sistema que nos impuso a sangre y fuego, a pesar de que nos rebelamos contra él con armas en la mano y armó las manos y las mentes de las instituciones en contra nuestra. Luego de usar al Ejército y las patrullas de autodefensa para la defensa de sus intereses y de los de la oligarquía que en ese entonces coincidían, los abandonó a su suerte, los ha enfrentado ahora y se convierte en el fiel de la balanza que condena a juicio a quienes bien le sirvieron. No nos demos pajas. Es la Embajada norteamericana la que rige los destinos del país. Estamos con bandera, con himno, con desfiles militares, pero sin patria. Estamos sin gobierno fuerte, porque la debilidad favorece al amo que nos quiere divididos y aun lanzándole vivas a quien nos rige a su conveniencia. Seguimos siendo laboratorio de estrategias contra las revoluciones en Latinoamérica.
Este no es el destino mejor que deseábamos para nuestros países. Ya se están entrometiendo las embajadas norteamericanas en El Salvador, Honduras, y levantan guerra mediática contra Nicaragua basados en los éxitos que aquí obtienen. Quiero llevar a la tumba un ramo de flores y una bandera, porque no queremos amo.