Editoriales

La urgente necesidad de una reforma fiscal

La falta de recursos del Estado, para hacer frente a las necesidades sociales es un tema diario de preocupación. Pero si se reduce al presupuesto general de Ingresos y Egresos podemos decir que la preocupación es anual, pues es cada año cuando se hacen esas cuentas.

Por años se ha hablado de la necesidad de efectuar una reforma fiscal que permita terminar de una vez por todas con ese problema de falta de recursos, pero nada pasa del labio a la acción. En los tiempos más recientes muchas cosas han pasado alrededor de este tema. Por ejemplo, la renuncia de Juan Alberto Fuentes, ministro de Finanzas durante el gobierno de Álvaro Colom. Fuentes asegura que debió dimitir porque muchos sectores bloquearon sus intentos por efectuar una reforma fiscal que proveyera de recursos al Estado. Sus sucesores, siempre con Colom, no se animaron ni a tocar el tema.

Ya con el gobierno de Otto Pérez Molina, Pavel Centeno, su primer ministro de Finanzas, promovió lo que dio en llamarse reformas para una actualización tributaria. De todos es sabido el fracaso de este intento y de los problemas que generó entre Centeno y Miguel Gutiérrez, el entonces Superintendente de Administración Tributaria. Esa batalla la ganó Centeno, pero luego se demostró que Gutiérrez tenía la razón.

Ahora, Jimmy Morales y su ministro Julio Héctor Estrada, vuelven a poner sobre el tapete de discusiones el tema. Según ellos y su propuesta, lo que pasará si se aprueba es que volveríamos casi a como estábamos en el 2012, antes de la actualización tributaria. Pero lo más seguro es que no se tocará el Impuesto al Valor Agregado (IVA), una acción que seguro no le gustará a los sectores más conservadores y empresariales, pues son quienes ven en ese impuesto la forma de buscar recursos fáciles sin que ellos salgan afectados.

Pero más allá de todo y cualquier discusión numérica y financiera, lo que debemos tener por seguro es que la reforma es necesaria urgente. No podemos dejar pasar la oportunidad y menos cuando el sector empresarial ha dicho estar dispuesto a dialogar sobre ese tema.

Eso sí, debe ser una discusión seria en la que los resultados no sean injustos para sector alguno. Todos debemos pagar nuestros impuestos según la ley y sin tener que esperar a que los cobren por la fuerza, como ha sucedido últimamente con acciones de la SAT. Si de verdad todos cobramos conciencia sobre la necesidad de cumplir con esta obligación y de que debemos hacerlo de manera proporcional realmente a nuestra capacidad de pago, entonces Guatemala podrá cambiar. De lo contrario seguiremos siendo un país pobre, en el que el Estado es incapaz de invertir para el bienestar social y así dar lugar al desenvolvimiento de una cadena de crecimiento económico y desarrollo para toda la nación.

Redacción

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