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¿Qué significa dueñez compartida?

Se siente tensión en la sala. No es la primera vez que la familia se reúne y se trata el tema. El fundador se muestra insensible y los hijos desesperados por volver a sentir que no son escuchados. Ellos le piden a su padre que les prometa que serán parte de la Dueñez®. El fundador vuelve a hablar de las reglas del Protocolo Familiar y de la necesidad de formalizar el gobierno corporativo.

Hablan dos idiomas distintos. Ellos hablan del fondo de los procesos de Dueñez compartida. Él habla de las formas de la misma. Ellos quieren ser escuchados, participar realmente en la toma de decisiones, compartir el poder y ganar poco a poco mayor autonomía. El habla de normas, estructuras y cuestiones formales. Ellos muestran el dolor de haber sido apabullados con argumentos y órdenes unilaterales e incuestionables cuando han querido aportar ideas o asumir mayores responsabilidades. El vuelve a apelar a la necesidad de reglas claras y de órganos de gobierno formalmente constituidos y operados.

De pronto el fundador pregunta qué quieren decir sus hijos al hablar de la Dueñez y de compartirla. Las caras de ellos se iluminaron, y empezaron a compartir sus percepciones.

Una de las hijas definió Dueñez como el empeño para buscar y administrar la relevancia de los negocios, buscando grandes oportunidades de generación de valor y haciéndolas realidad. Trabajar juntos para que nuestras empresas mantengan su relevancia, no dejando las decisiones creativas o las iniciativas innovadoras a medias. Ella pidió a su padre que los aceptara como pares, como socios; que no mate sus ideas, que luche por escuchar y no trate siempre de tener la razón.

Otra hija expresó que Dueñez es asegurar el emprendimiento, conducir la estrategia y gestión de oportunidades. Compartir el rol de dueño involucra “permitirnos el construir juntos, crecer juntos y multiplicarnos juntos”; crear sinergia para crecer en valor, empoderar a todos los socios activos y generar confianza entre todos.

El hijo declaró que la Dueñez compartida “no son escrituras ni protocolos, sino verdaderamente sudar la camiseta, tatuársela, asumir su posición. Esto abarca el aprender a soñar juntos y, en la medida de lo necesario, decidir juntos, pero con criterios y mecanismos que, en momentos de indecisión y falta de acuerdo, nos permitan salir adelante o romper nudos de parálisis o lentitud”.

Añadió que los dueños hacen realidad sueños comunes, a veces ceden, y siempre confían y aceptan a los demás socios. Construyen juntos y se ponen la camiseta para sacar adelante sus proyectos.

Se concluyó que la Dueñez es la capacidad de crear riqueza a través del buen gobierno de la empresa. Su finalidad es mantener y mover la organización en sus mejores oportunidades, por sus caminos más relevantes. Es aceptar que no podemos solos; aceptar la complementariedad y la necesidad de los demás. Es desarrollar la capacidad de hacer que la organización mire siempre hacia arriba y hacia delante, no solo hacia el pasado y el presente.

Compartir la Dueñez es compartir la autoría de la creación de nueva riqueza, de construcción de caminos concretos de crecimiento económico. Esto implica un alto grado de confianza y de respeto, de abortar nuestro día a día con humildad para poder aprender siempre, atentos a lo que sucede en nuestro entorno, nuestro mercado, nuestra industria.

La Dueñez pide tener conciencia de ella; tener una visión parecida de lo que significa compartirla. Hagamos el ejercicio en nuestra empresa: cómo queremos compartir el rol de dueño en nuestro caso.

Ellos quieren y tienen que cambiar. Si el fundador y sus hijos no llegan a acuerdos prácticos y los cumplen con rigor, él seguirá gobernando el grupo solo; y los hijos seguirán frustrados o tomarán su propio camino fuera de la empresa familiar. Compartir la Dueñez ayudará a impulsar el crecimiento y la creación de valor de sus negocios y, sobre todo, sustentará la sucesión y la posibilidad de perpetuar la capacidad de generación de riqueza en esta familia empresaria.