Editoriales

La moda de los bloqueos para protestar

Está probado que el dinero genera problemas hasta en las familias más unidas. Si se trata de repartirlo, todos quieren su tajada y mejor si es la mayor. El subsidio al transporte urbano de pasajeros es un ejemplo claro de ello. Por años, se dice que muchos se han enriquecido gracias a él. Y aunque los empresarios de los autobuses urbanos se viven quejando de que este servicio público es un malísimo negocio, ni se salen de él y más bien siguen invirtiendo en más unidades para incrementar sus flotillas. Eso dice mucho de la realidad. Según la teoría económica nadie en su sano juicio invierte en un negocio que le genera pérdidas y, menos aún, incrementa su inversión cuando le está yendo mal.

Pero lo cierto es que los autobuseros están ahí y, encima de todo, se quejan. Y el reclamo no es nuevo, ya es antañón. Los integrantes de la Asociación de Propietarios de Autobuses Urbanos de Guatemala (Asopagua), plantaron ayer varias de sus unidades a lo ancho de la calzada Roosevelt e impidieron el paso de otros vehículos. Su protesta, de acuerdo con las pancartas colocadas en las camionetas, se fundamentaba en el supuesto incumplimiento del pago que el Estado debe hacerles por concepto del subsidio. El monto global autorizado para este servicio es de Q35 millones. Sin embargo, este grupo se queja de no haber recibido un solo centavo desde 2012.

Para los miembros de Asopagua, todo se debe a que los dirigentes de la otra organización que ahora opera el Transurbano, se queda con la totalidad de ese beneficio. Los señalamientos principales apuntan a Luis Gómez, un empresario que durante el tiempo de Álvaro Colom se encargó de organizar la empresa Siga, que opera el Transurbano, y que luego se asoció con Manuel Baldizón, candidato presidencial del Partido Líder, creando un consorcio de medios de comunicación que tras la derrota política electoral se puso en venta.

Quién realmente recibe el dinero y qué hace con él es algo que nadie sabe con plena certeza. Lo que sí viven los guatemaltecos con total claridad son los efectos de estas manifestaciones de inconformidad, pues deben enfrentar congestionamientos que duran largas horas y hacen perder el tiempo productivo para muchos.

Ayer fue la Roosevelt y luego las inmediaciones del Aeropuerto Internacional La Aurora, donde queda la sede central del Ministerio de Comunicación, Infraestructura y Vivienda, responsable de la entrega de ese aporte.

Pero este solo ha sido el último bloqueo, porque antes de los autobuseros fueron los salubristas, los maestros, los indígenas y otras organizaciones sociales que han vuelto la obstaculización del paso vehicular una moda en la capital guatemalteca.

Redacción

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