Columnas

La joven defendió su libertad

Diego Saavedra Fajardo, profundo pensador político del Siglo de Oro Español, escribió en su obra Empresas Políticas (cuya primera edición data de 1640): “Vicio común de la Naturaleza humana [es] que cuando más adquiere, más desea, siendo un apetitito fogoso que exhala el corazón y más se ceba y crece en la materia a que se aplica.   En los príncipes [al día de hoy léase: la “clase política”] es mayor que en los demás [dígase “los ciudadanos de a pie”], porque a la ambición de tener se arrima la gloria de mandar, y ambas ni se rinden a la razón ni al peligro, ni saben  medir con el poder. Por tanto, debe el príncipe [hoy “los políticos y las políticas”] pensar bien lo que puede herir su espada y defender su escudo, advirtiendo que es su Corona un círculo limitado.” (Uso la edición de Sagrario López Poza, Cátedra, 1999).

Viene al caso lo dicho porque la nota titulada “Daniela Beltranena suplica por su libertad” (Prensa Libre, 03.08.16), me motivó a reflexionar en sus palabras, vertidas de viva voz para su defensa: “’Le pido, suplico, imploro señor Juez, que si es su voluntad me otorgue una medida sustitutiva (…) no me deje los años que me quedan de juventud en un centro de detención’, dijo sollozando”.  No admitió haber cometido algún error y omitió agregar la advertencia que, cajoneramente, formulan, por ejemplo, los defensores estadounidenses: pedir perdón por sus “errores” (que no delitos, para evitar la autoincriminación). Limitose a invocar su egoísta interés, basado en su juventud, nada más. Palabras más, palabras menos, dijo Oscar Wilde que la juventud es una enfermedad que cura solo el tiempo y cuando la cura, nos hace ver cuántos errores cometimos.

Comparto esta reflexióna “padres y madres”, porque  su deber no se limita adistanciar a sus hijos de las drogas.  Existen otros vicios -peores, posiblemente- como son el deseo de acumular dinero y poder que, hoy por hoy, algunos sectores de nuestra sociedad conceptúan como el máximo logro al que un joven  o una joven deben aspirar y que es un fracasado todo aquel que no se afana por amasar dinero o adquirir poder. “hoy se va / y lleva las llaves / de mi libertad.” (Quevedo).