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La mirada de los abuelos

Algo Más Que Palabras

Desde siempre me ha fascinado la mirada de los abuelos, lo mucho que nos dicen esos ojos que han vivido lo suyo; y, por consiguiente, tienen la cátedra de la vida ganada. Realmente esta sabiduría, la de saber percibir las cosas desde muchos puntos de vista, no se enseña en ningún centro educativo. Uno tiene que haberlo vivido con anterioridad. Precisamente, hoy más que nunca, necesitamos de esta leída visión para sentirnos hermanados ante el fastuoso y complejo escenario de la vida. Sin duda, es bueno mirar hacia atrás, sobre todo para poder florecer. También es saludable sentirse acompañado por quien ya abraza el atardecer de su vida. Los ancianos son quienes nos acercan a las raíces, a nuestra propia historia vivencial. Su camino ya está en el cénit del horizonte.

Por eso, es una lástima que en los tiempos actuales no cuenten apenas nada, teniendo una enorme capacidad para comprender las situaciones más difíciles. Es el efecto pasivo de una mundanidad que solo entiende de sistemas de producción y mercado, inhumana a más no poder, que elimina a los niños a su antojo, a los jóvenes porque no tienen trabajo y a los viejos, con la evasiva de mantener un sistema económico ponderado, donde no cuenta el ser humano, sino el dinero. Mal que nos pese, todos estamos llamados a compensar este venenoso adoctrinamiento de menosprecio y rechazo hacia nuestro análogo.

Quien no entiende la mirada de un abuelo, tampoco comprenderá una intensa o extensa explicación, por muchas titulaciones académicas que posea. Somos así de necios. La necedad, que ya en su tiempo el inolvidable político romano Cicerón predijo que era “la madre de todos los males”, resulta que en el tiempo presente nos gobierna hasta en los más recónditos lugares. En consecuencia, estimo una buena idea que este año, coincidiendo con el Día Internacional de las Personas Mayores (1 de octubre), se impulse como eslogan que son “una nueva fuerza para el desarrollo”. Y tanto que son un activo, ya no solo afectivo para sus familias, también como motor humano.

Desde luego, son muchos los Estados del mundo que tienen un gran déficit en proporcionar viviendas asequibles y personal especializado para su atención. Los servicios sociales suelen ser muy escasos para que estas personas metidas en años puedan despedir la vida en sus hogares. Pienso que debemos superar estos escollos para conseguir que la población sea diligente humanamente, esté protegida y envejezca de forma saludable, mejor con el consuelo familiar no cabe duda.

COLUMNISTA|
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Víctor Corcoba Herrero

Escritor Español

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