Columnas

¡Viva la paz en Colombia!

Este domingo todos los ojos y oídos van a la hermana república de Colombia, país querido por muchos en Guatemala. En el momento de leer estas líneas el lector debe pensar que se está efectuando el plebiscito que refrendará la paz. Partimos de la esperanza que el sí ganará sobre el oscuro no que impulsa el guerrerista Álvaro Uribe. Se estará poniendo fin al conflicto armado interno más largo del continente latinoamericano.
Las conversaciones iniciadas en Oslo y continuadas en La Habana marcan un hito en la historia de Colombia. Lo que se creía imposible es actualmente una realidad: se firma el cese bilateral del fuego, se firma la paz y se abren las puertas para el desarme definitivo de las FARC y su incorporación a la vida política.
Debe reconocerse al presidente Santos su gestión favorable y activa al proceso. La importancia del acuerdo resulta capital para Colombia y para todo el continente latinoamericano. De ahora en adelante los guerreristas no tienen lugar en la vida política. De esta manera este acuerdo de paz debe ser visto como un indudable triunfo de la democracia. Nunca más guerrillas extremistas ni golpes de Estado de militares fascistoides. La paz colombiana abre una puerta a todos los latinoamericanos para seguir consolidando nuestras sociedades como democráticas y justas en el camino a la eliminación de la pobreza. Menos pobreza más democracia.
Notorio es también la participación positiva de Washington. El gobierno de Obama ha sido efectivo facilitador del proceso y abre las puertas a una nueva era en el tipo de relaciones continentales. Muy lejana se siente la época de apoyo a militares corruptos y violadores de los derechos humanos como el general Augusto Pinochet en Chile.
Resulta notable que desde la salida del intransigente y conservador presidente Álvaro Uribe, el proceso de paz tomó cuerpo y también alma. El alma de Colombia cansada de la guerra y sus abusos. Hay que agregar los iniciados procesos judiciales contra individuos allegados a Uribe, incluso el ganadero Santiago Uribe hermano suyo, acusado de concierto para delinquir y de crimen agravado. La historia le pasa factura a los violentos que desde las estructuras del Estado y/o las posiciones de poder económico han violado la ley y la vida.
En Colombia se acuñó esta palabra parapolítica, para designar las relaciones de políticos con las fuerzas paramilitares y del poder que tienen los paramilitares, tanto a nivel local como nacional. Una práctica nefasta que se había enquistado en instancias claves del Estado. Además, los paramilitares financiaron con dinero del narcotráfico campañas electorales de sus aliados políticos. Hace unos años fueron acusados senadores y una buena cantidad de alcaldes y gobernadores departamentales. Se le debe en gran parte al magistrado Iván Velázquez la lucha frontal contra el paramilitarismo y la parapolítica.
Aplaudo la perseverancia y entrega de ambas partes. Congratulo a los hermanos colombianos y les deseo un futuro democrático y portentoso.