Columnas

Herencias que separan familias

Después de algunos años de estar aconsejando a dueños de empresas familiares españolas nos encontramos con un libro verdaderamente revelador: Hasta que la herencia nos separe. Este es un título escrito por Jesús Salgado, español experto en comunicación y autor de otras obras sobre temas de empresarios españoles.

En este volumen, Salgado plantea que cada familia tiene su propio ADN hereditario. Afirma que cuando hay herencias de por medio, los parentescos desaparecen, los sentimientos se remueven y padres e hijos sacan lo más ruin de sí mismos para llevarse lo mejor del pastel.

Nos dice que las historias de las herencias, al menos las españolas, no son solo historias de dinero, sino de amor y desamor, de duelos entre hermanos, de celos y traiciones, de quién ocupa qué lugar en la jerarquía familiar.

Hay dos grandes fuentes de conflictos entre los miembros de familias empresarias, que son el poder y el dinero. Unos pelean por posiciones de liderazgo, y otros por pedazos mayores del patrimonio. El libro de Salgado enfatiza y ejemplifica, con casos bien documentados, los conflictos causados por cuestiones económicas entre los herederos de connotadas empresas familiares de España.

Este autor resalta el tema de la herencia como el traspaso de los derechos de propiedad de un patrimonio, pero no habla de las fórmulas de propiedad como un mecanismo para sustentar la continuidad en la gestión de los procesos de creación de riqueza. Dicho de otra manera, las historias de las herencias destacan los temas de derechos de propiedad y la influencia de sentimientos, envidias, abusos, intervenciones de terceros, cuestiones jurídicas, etcétera. Nosotros creemos que esos temas no son los más relevantes en las herencias, sino todos aquellos que tienen que ver con la continuidad en las capacidades de creación de valor.

Lo más importante que los empresarios habrían de tomar en cuenta a la hora de pensar en la herencia de su patrimonio no es qué le toca a cada quien, sino cómo hacer que los que siguen prosigan con la labor de crear riqueza. Ser empresario es rebasar el ámbito familiar y responsabilizarse por el bien de muchos, no solo de los parientes.

La herencia no debería ser tratada como un tema de derechos, sino como un tema de obligaciones. Lo trascendente no es cuánto dejarle a cada heredero, sino cómo lograr que el conjunto de ellos sea capaz de seguir ejerciendo la Dueñez responsable y eficazmente, multiplicando el patrimonio que reciben en herencia. Mientras no lo veamos así, el tema seguirá enfocado a lo que tiene poca importancia.

La pregunta no es cómo asegurar el dejarle a cada uno lo mismo, o lo que habría de corresponderle. No. La pregunta es cómo facilitar que la fórmula de propiedad que entre en vigor al heredar, en vida o después, facilite al máximo que gobiernen los mejores, que manden los que tengan mayor capacidad de seguir creando valor.

Entonces los temas serán de otra índole, como la protección de las minorías, la forma de empoderar a los más talentosos, la aplicación de criterios de justicia, la forma de impedir que quienes gobiernen abusen de los demás, la manera de minimizar el costo fiscal de la implementación de la herencia, etcétera.

En general, podemos hablar de unos cuantos criterios que hemos visto que funcionan; entre ellos: buscar heredar en vida en cuanto los herederos estén listos para participar o ejerzan el rol de dueño; involucrar en el ejercicio de la Dueñez lo más pronto posible a los herederos; buscar fórmulas de transmisión anticipada del manejo de la propiedad, como a través de fideicomisos o fundaciones privadas semejantes a las que se crean en Panamá; formar en el manejo del rol de dueño desde temprana edad, y otros.

No confundamos el propósito de la herencia empresaria. Si pensamos que lo más importante es garantizar que nuestros herederos tengan asegurado su futuro, los echaremos a perder. Si la intención es asegurar que continúen el proyecto empresario, encontraremos formas justas de lograrlo.